Harry Potter y la Corte del Fénix.

1 La carta misteriosa

Harry Potter no era un chico normal en muchos sentidos. Pero la más importante de sus anormalidades era su capacidad de hacer magia. Y en verdad era muy bueno. Acababa de terminar su cuarto curso en el Colegio Hogwarts de magia y hechicería. El año anterior había tenido que participar en el torneo de los tres magos. Pero este ultimo curso le había dejado muchas cosas en que pensar. Como el temido regreso de Lord Voldemort, o el antiguo grupo del que había hablado el profesor Dumbledore cuando se encontraba en la enfermería reponiéndose del encuentro que había sostenido con Lord Voldemort en la final del torneo de los tres magos.

Pero también esperaba la carta de Dumbledore o de los Weasley para saber si podía ir a la casa de uno de sus inseparables amigos, Ron Weasley sabía que también iría su amiga Hermione Granger, la muchacha más inteligente de su clase.

Harry que no tenía mucho de haberse levantado ya se arreglaba para bajar a desayunar con sus horribles tíos y su obeso primo Dudley. Harry a veces se preguntaba como las sillas del comedor no se habían desplomado con el peso de su enorme primo.

Al llegar al comedor, como siempre, la familia hacia como sí Harry no hubiera entrado nunca ahí. Pero los tiempos en que esto parecía deprimente para Harry habían terminado, pues ya se había acostumbrado a esta clase de tratos. Ese día, como desde que había regresado de Hogwarts, Dudley todavía tenía que seguir la estricta dieta que le había mandado la enfermera de Smelting, por lo tanto Harry tenía que seguir comiendo tiras de zanahoria y demás verduras. Por suertes sus amigos seguían enviando comida para que no muriera de hambre en casa de sus tíos.

Como cada mañana empezó una nueva riña entre tío Vernon y tía Petunia por la dieta de Dudley que todos los de la casa tenían que seguir.
-¿Petunia, por que no puedes volver a hacer comida de verdad en vez de darnos esta basura?- Dijo tío Vernon  mientras levantaba una de las tiras de zanahoria que eran parte del desayuno.
-Y dejar que mi pobre Dudley sufra solo esta horrenda dieta que le mando esa loca de Smelting- le reprocho tía petunia. 
-¿Y por hacerle caso a esa loca piensas matarnos de hambre?
-Ja, si tu fuiste el primero que acepto que TODOS siguiéramos la dieta.
-Pero yo nunca creí que esa locura durara tanto Petunia.
-Entonces hubieras mantenido tu bocota cerrada, además daño no te hace seguirla, estas más gordo que cuando nos casamos.

Harry al ver que la pelea terminaba decidió comerse rápidamente su desayuno y se fue a su habitación, donde podría disfrutar de un verdadero desayuno, la verdad era que Dudley había bajado ya mucho peso, incluso seguía la dieta sin quejarse, Harry sospechaba que alguna chica de Smelting le gustaba, pues seguido andaba como en la luna, y ya no lo trataba tan mal, pero eso no quería decir que no le tuviera miedo.  

Pero aunque había cerrado la puerta todavía se oían los gritos de abajo, pero Harry decidió que no se preocuparía por las diferencias de sus tíos. Cuando entro se dio cuenta que ahí estaba Pigwidgeon en el alféizar de la ventana con lo que parecía una carta de Ron. Harry abrió la ventana para que pudiera entrar la diminuta lechuza, cosa que no le agrado mucho a Hedwig. Una vez adentro Harry tomo la carta de Ron que decía:

Harry:

         Estupendas noticias Dumbledore a aceptado que vengas con nosotros siempre y cuando vayamos nosotros mismos por ti. Papá dice que no podremos ir por medio de los polvos flu por lo del incidente del año pasado.

Harry recordó con una sonrisa como a Dudley le había crecido la lengua al tomar uno de los caramelos longuilinguo de Fred y George, los hermanos gemelos de Ron.

 Pero a conseguido que le presten uno de los carruajes del ministerio de magia. Estaremos ahí el domingo a las seis de la tarde.

Nos vemos pronto Harry.

Ron

Posdata: a Hermione la han hecho prefecta. Por lastima ella no podrá venir, prefirió irse a Bulgaria con Krum. Cuídate Harry y no dejes que esos muggles te molesten. Por cierto mamá dice que tendrías que decirles a los muggles que si te dejan ir, ya sabes como es mamá, pero que le vamos a hacer .

Harry estaba muy contento que casi gritaba de la alegría pero por suerte pudo contenerse. Bajo rápidamente a la sala donde sabía que estaban sus tíos viendo el noticiero de la mañana. Como era habitual cuando entraba la familia hizo como si no hubieran escuchado a Harry al entrar en la sala. Así que Harry carraspeo un poco para ver que le ponían atención.
-¿Ahora qué quieres?-le espeto tío Vernon al que no le gustaba que lo interrumpieran cuando veía la tele o leía el periódico.
-Mi amigo Ron me ha invitado a pasar el resto del verano en su casa-respondió Harry
-¿Y?-Respondió tío Vernon.

-Su mamá quiere saber si puedo ir.

Tío Vernon gruño como casi siempre que Harry hablaba de la señora Weasley

A Harry que no le gusto nada ese gruñido.
-Bueno a mi padrino no le gustaría saber que no me dejaste ir-dijo Harry con un poco de malicia.

Tío Vernon como era lógico se puso blanco de miedo de la sola mención de Sirius, el padrino de Harry que era un convicto de Azkaban acusado falsamente de haber matado a trece personas pero eso tío Vernon no lo sabía.
-Está bien puedes ir, y dile a tu padrino que,que no hay problema-dijo tío Vernon con una voz un poco temblorosa.

Harry a un más feliz que nunca subió a su habitación, tomo un pedazo de pergamino que le había sobrado y escribió una carta a Ron.

Ron:

       No hay problema los muggles me han dejado ir. Nos vemos el domingo.

Harry.

Harry enrollo la carta y se la dio ha Pigwidgeon, que salió por la ventana aún abierta, cosa que no le agrado a Hedwig.__No te enojes, para ti tengo una misión muy importante que no le podría encomendar a otra lechuza__le dijo Harry con lo que a Hedwig se le subió a la cabeza, escribió una carta, esta vez para Sirius. Pero con todo ese ajetreo Harry no había notado que había una carta sobre un enorme libro del que Harry había estado haciendo los deberes para la clase de Historia de la Magia.

Harry la abrió preguntándose quien la enviaría pero para su sorpresa solo había un pergamino  sin nada escrito.

Por alguna razón le recordaba el mapa del merodeador quizás por que tenia un aspecto muy antiguo pero Harry no lo sabía con certeza y no lo podía averiguar por que estaba prohibido usar magia fuera del colegio y a el ya le habían llamado la atención algunas veces. Así que decidió guardarlo en el baúl y averiguarlo cuando fuera a Hogwarts. Termino la carta para Sirius y se la ato a Hedwig en la pata 
-Tienes que entregarle la carta lo antes posible, es sobre algo importante-le dijo a su lechuza al tiempo que la acariciaba y la llevaba a la ventana, esta le dio un pellizquito suave como diciendo que perdiera cuidado.

Continuará...

Autora: Mar M. Potter de Gryffindor.