Harry Potter.

 

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Harry se había quedado dormido sin darse cuenta luego de guardar los regalos. Justo antes de despertar, estaba soñando con algo que le pareció familiar pero no conseguía la razón. Iba caminando por un camino desolado, bajo el manto de una noche fría y a lo lejos alcanzaba a ver una casa vieja y destruida en lo alto de una colina...Se sentía extraño...era como si tuviera algo en la cabeza que hacer y el solo hecho de pensar que lo haría, le causaba una enfermiza satisfacción y diversión. Sus ojos miraban la casa mientras ésta se veía más grande conforme se acercaba sigilosamente...Una sonrisa perversa curvó sus labios y sintió el contacto de una varita en su mano...

No le agradaba para nada sentirse así...Era como si no fuese él...

Fue entonces cuando sus ojos vieron de reojo alrededor y observaron más allá un pueblito. Del otro lado, una extrañas piedras se alzaban del suelo, y cuando quiso fijarse más para ver porque no eran precisamente piedras comunes, el sonido de unas campanas lo despertaron sobresaltándolo y haciendo que se levantase de la cama con la respiración ajetreada y el sudor en la frente, ahogando un grito. Y de nuevo, sintió una punzada lejana en la cicatriz. ¿Por qué las campanadas le habían causado tanto pavor?

Parecían de una iglesia...

Se tocó la cicatriz con la cabeza adolorida y algo mareado por levantarse de improviso. Unos golpes en la puerta lo aturdieron más y casi lo hacen caerse de la cama. Buscó sus lentes y mientras se los ponía, la voz de tía Petunia se dejó oír al otro lado de la puerta.
- Levántate ya, son más de las 10 de la mañana. Baja a desayunar, tu tío quiere hablar contigo sobre lo de ayer. Muévete.

Había una nota alarmante de indiferencia y molestia en la voz de tía Petunia. Harry se sorprendió de que no lo hubieran dejado encerrado todo el día como castigo, así que supuso que sería otra clase de castigo el que tendría. No quiso ni imaginarse que planes estaría haciendo su tío Vernon debido a lo ocurrido anoche. Se vistió y abriendo la puerta, bajó las escaleras dirigiéndose a la cocina. Para su sorpresa, Dudley no estaba en la mesa. ¿Se atrevía a preguntar?
- ¿Y Dudley?
- Está aun dormido, ayer llegamos hasta las 2 de la madrugada, mi pequeñito necesita dormir-
contestó tía Petunia sin mirarlo, sirviéndole un plato del ya común desayuno.
- Tú estás castigado, no ibas a dormir hasta que quisieras- interrumpió tío Vernon leyendo su habitual periódico, con voz aun enojada pero más calmado.
- Y bien...¿Cuál es mi castigo entonces?
-Cállate y come, no te lo diré hasta que termine mi periódico, no me interrumpas.

Harry prefirió obedecer y comenzó a comer con desgano, no porque no soportase el desayuno, sino por el leve dolor de cabeza que aun tenía. Tía Petunia se sentó con un té y mientras lo bebía miraba a Harry de reojo con ojos entrecerrados.

El silencio en el desayuno fue insoportable. La tía Petunia mirándolo de reojo sin parar, el tío Vernon leyendo su periódico con las manos tensas casi destrozando el papel...Harry se mantuvo con los ojos fijos en el plato, haciendo a un lado y otro los trozos de verduras, con aquel dolor leve en la cabeza y la punzada desvaneciéndose de la cicatriz, mientras pensaba en que castigo podría imponerle su tío. El sueño había quedado en la habitación, tras un velo mental que Harry no conseguía traspasar, solo el sonido de las campanas...era lo único que recordaba.

A tía Petunia pareció molestarle su actitud con el desayuno, pues sorprendiendo a Harry, le arrancó el plato de un jalón. Harry se quedó con el tenedor paralizado en la mano, mirándola fijamente.
- Si no te vas a comer eso, deja de jugar. -Le dijo molesta- Te vuelvo a ver con esa actitud y
-Me siento mal. Me duele la cabeza- contestó él indignado, recordando que a Dudley nunca lo regañaba por "jugar con la comida" cada mañana, demostrando su antipatía por ésta. Pero claro, a él sí lo tenía que regañar...
- Ah no, no me vengas con ese pretexto, eres un desagradecido. Primero que haces tus tonterías.

Ella se levantó llevándose el plato. En ese preciso instante, tío Vernon dejó el periódico en la mesa y cruzando los brazos, alzó una ceja y miró a su sobrino con ojos fúricos.
-Tu tía se va a dedicar a descansar todo el día de hoy. -Harry miró a tía Petunia y por primera vez la notó cansada y demacrada, o tal vez, era todo una actuación y chantaje por lo de la noche anterior...- Así que tú tomarás todo su trabajo en la casa por el día de hoy y harás lo que te diga. Barrerás, limpiarás, lavarás, cocinarás, arreglarás el cuarto de Dudley, el jardín, tu alacena, irás de compras...TODO lo que te diga, ¿Entendiste? Incluso lavar el baño u hornear galletas si lo desea. Por lo menos, ese será tu castigo por ahora, pero estás a prueba, otro escándalo como ayer y...

Harry se quedó boquiabierto. Había esperado algo más severo pero...
- Nada de "Me siento mal" o "Ya me cansé", pobre de ti si las cosas no quedan como ella las desea- luego de una pausa, continuó con una voz más tranquila y un gesto nervioso en el rostro
- y...¿Te escribió tu padrino?

Había cuestionado en un tono de miedo mezclado con indiferencia, y Harry comprendió porque su castigo no había sido tan duro como pensó.
- Sí.
- Bien...Petunia, cielo

La mujer se acercó y al ver a Harry sosteniendo aun el tenedor, se lo arrebató de la mano fulminándole con la mirada. Luego se volvió a su esposo con una expresión más dulce.
- Voy a salir un momento Petunia, ahí te dejo a tu sirviente para que te ayude en LO QUE SEA.- Señaló a Harry con una sonrisa burlona- Si se porta mal, me dices.
-Gracias Vernon, aun estoy tan alterada por lo de anoche...creo que debería ir de nuevo al médico...-De reojo perforó a Harry con sus ojos de metralleta automática- necesito descansar.

A tía Petunia lo que más le asustaba era que los vecinos sospechasen algo sobre Harry, y lo sucedido anoche precisamente, era la confirmación de su peor pesadilla. Su sobrino un delincuente y desquiciado...Y la vecina seguramente esparcería el rumor entre todos los demás.
- De nada amor.

Aun pensando en el infierno que sería ese día, Harry no dijo nada más en el momento en que tío Vernon se preparó para salir y se fue en su auto. Harry tenía la impresión de que si hablaba más, aquel día no sería el único que se vería tan negro como éste. La existencia de Sirius de verdad le ayudaba a salvarse un poco de los peores castigos inimaginables y tormentosos, pero lo de ayer había sido bastante sobresaliente como para que no lo tomasen en cuenta sus tíos. Sirius solo le había logrado acortar un castigo que aun de ser solo un día al parecer, sería tan pesado de llevar que Harry solo pedía paciencia para aguantar sin crear más problemas o de usar algún poder suyo como el de volar hasta una ventana.

Tía Petunia se fue a su habitación diciendo que tenía un dolor de cabeza horrible, y le dejó una lista en la mesa sin dirigirle la palabra. Harry vio la lista de lejos y con solo ver las muchísimas letras ahí escritas supuso que sería TODO lo que tenía que hacer. Tomó la lista y la leyó, y en cada nueva orden, su cara se iba poniendo más desanimada. No era que le molestase hacer trabajo hogareño, sino el hecho de que sabía que su tía y su primo se lo complicaría solo para molestarlo y sacarlo de sus casillas, eso sin contar que tío Vernon regresase pronto, lo que Harry pedía que no sucediera, pues él sí estaría sobre Harry supervisando cada cosas que hiciera y la tía Petunia daba la impresión de que no saldría de su habitación mucho. Otra cosa que Harry suplicaba por dentro era que Dudley no se levantase aun, estaba seguro de que con toda la intención del mundo, sería capaz de hacerle trabajar el doble.

Se sintió como Cenicienta. Con un gran suspiro tomando calma, se preparó para comenzar, primero se lavó la cara y los dientes para que el agua fría despejase su mente llena de dudas por lo que estaba pasando a su alrededor y el dolor de cabeza y en la cicatriz constante. Se puso la ropa más fea que tenía, eso si era posible que tuviera algo suyo, comprado para él solamente y bonito, para no echar a perder algo que de por si ya estaba desagradable y se dispuso a limpiar la cocina de pies a cabeza. Mientras lo hacía, trataba de pensar en su fiesta de cumpleaños secreta, de como se divirtió con los Weasley y con Hermione, en los regalos y en diferentes cosas que lo alegraran para sobrellevar aquello. Pensó de nuevo en que dedicarse luego de acabar en Hogwarts, no había tomado en cuenta el ser fotógrafo o quizá periodista como Rita Skeeter, o en el hecho de que el equipo de Gryffindor de quidditch no tuviese capitán ni guardián para este año. Oh como tenía ganas de jugar quidditch y de volar sobre su Saeta de Fuego, eso si lo alivianaría bastante.

Limpió toda la cocina dejándola reluciente, cada trasto, cada repisa, el fregadero, el refrigerador...cada detalle, lustró el piso, la mesa, en fin, la dejó impecable, hasta se sorprendió de sí mismo y se alegró de que su técnica de distracción le ayudase a sentirse bien con aquel tremendo quehacer que aun tenía que realizar. Revisó la lista y continuó con la sala, el recibidor, las escaleras, todo el primer piso de la casa tratando de dejar cada parte tan reluciente y limpia como la misma cocina, su mente continuó con la táctica de distracción y siguió pensando en todo lo bueno como diría Hermione, tenía ganas de revisar bien sus regalos, y de comerse el pastel de chocolate, ya tenía mucha hambre debido al esfuerzo y el trabajo realizado y que le faltaba, pero se propuso tratar de terminar con aquello antes de la hora de la comida al menos, luego de comer podría ir a su habitación y comerse el pastel entero si quería o solo una parte, y descansar un ratito y seguir con lo que le faltaba.

¿Qué estarían haciendo Hermione y los Weasley ahora?, ah como le hubiera gustado estar en la Madriguera...

Checaba el reloj para comenzar a preparar la comida a la hora que usualmente era y así no molestar a su tía con otro horario, así que dándose cuenta de que solo le faltaba la alacena, se puso manos a la obra antes de empezar con la comida. Estar en la alacena le trajo nostalgia y recuerdos. Aunque no era un lugar muy agradable y espacioso, había sido su refugio y hogar por 11 años y sentía algo por ese sitio. Trató de no verlo como un lugar de castigo, sino como una habitación más. Su tío siempre le amenazaba con enviarlo ahí cuando lo castigaba y así lo hacía, y aunque era algo claustrofóbico, Harry no pudo evitar sentir nostalgia al estar sacando lo que ahora estaba dentro de la alacena y limpiando el pequeño espacio para acomodar todo de nuevo dentro.

¿Quién sería el nuevo capitán del equipo de quidditch de Gryffindor?, quizá alguno de ellos mismos, lo cual sería lo más natural, a él le agradaba que fuese cualquiera de sus compañeros. ¿Y quién sería el nuevo guardián?

Terminó con la alacena y se sentó un momento en el suelo, cerca del teléfono a descansar antes de ir a la cocina. Miró su alrededor y se asombró de su trabajo, todo estaba bien y ordenado, limpio y reluciente, y se veía realmente perfecto a la vista, el orgullo lo invadió y agradeció que hasta ahora, no tuviera problemas con su tía o con Dudley principalmente, mira que si se atrevía a ensuciar o algo por el estilo...

Se levantó y por primera vez se dio cuenta del cansancio que sentía en todo su cuerpo debido al trabajo. Si había pensado que aquello era un castigo leve, ahora se daba cuenta de su error enorme. Le dolía cada parte de su ser y eso que aun le faltaba el piso de arriba, el jardín, ir de compras, sacar la basura, lavar la ropa... Al menos el dolor de cabeza se estaba disipando y el de la cicatriz ya no estaba, así que agarrando fuerzas fue hasta la cocina y se dispuso a hacer de comer, checando la lista y viendo lo que le faltaba por hacer. Se puso un delantal y riéndose de sí mismo, comenzó a hacer la comida con la misma técnica que había estado utilizando hasta ahora para relajarse y hacer todo en calma.

¿Cómo sería la nueva túnica de gala de Ron? con esa noticia ya hasta a él se le antojaba otra fiesta, aunque esta vez pensaba que tanto Ron como él, debía invitar a alguien con quien sí se pudieran divertir. Por lento y tonto, el año pasado para Navidad, Harry no había invitado a Cho Chang, una chica un año mayor que él, buscadora de quidditch de Ravenclaw y que le gustaba bastante desde tercer año, ella había ido con Cedric Diggory...ahora ese asunto no le molestaba tanto...recordaba a Cho llorando luego de la muerte de Cedric, de seguro ambos sentían algo por el otro, Cedric así lo había demostrado con la segunda prueba del Torneo, en el lago, cuando peligraba lo que Cedric más valoraba, la vida de Cho.

El pleito entre Hermione y Ron por el mismo baile...eso también era algo para recordar, Hermione había ido con Viktor Krum, el buscador del equipo de Bulgaria de quidditch y alumno de Durmstrang, de 18 años, bastante serio pero buen jugador. Ron, quien había ido con Padma Patil, hermana de Parvati, con quien Harry fue, y que no la atendió como debió en el baile como Ron que ignoró a Padma, se había enfadado demasiado con el asunto Hermione-Viktor, mezclando al propio Harry en ello, aduciendo que Viktor la invitó con propósitos sobre Harry. A Harry más bien le pareció que Ron estaba celosísimo, y que Hermione tenía la razón en la discusión. Ron debió invitarla desde el principio y no como un plato de segunda mesa, eso a cualquiera enojaría, pero sobre todo, pensó Harry, a una chica. ¿Por qué Harry no pensó en invitar a Hermione?

Se quedó pensativo y alzó los ojos al techo preguntándoselo. No, siempre quiso invitar a Cho, Hermione era su amiga y solo eso, por eso no pensó en ello, el baile era para un asunto más bien romántico, de parejas. Aun así...Hermione había sido la única que estuvo de su lado con el asunto del Torneo y el Cáliz de Fuego, Harry contó con ella solamente durante un tiempo, cuando Ron y él se pelearon por la falta de confianza del Weasley. Había pasado mucho tiempo con ella...y Viktor lo había considerado un rival de amores, a él, y luego esos artículos de Rita Skeeter...Viktor le había dicho que ella le hablaba mucho de él.

¡¿Pero en qué estaba pensando?!

Hermione solo era su amiga, y él estaba interesado en Cho, y creía que si él hubiese invitado a Hermione al baile, tal vez Ron se hubiera molestado igual o más que si hubiera sido Viktor. Harry sospechaba que a Ron le gustaba Hermione más que como amiga...Pero tenía la sensación de que si se lo decía, Ron se molestaría con él y Harry no deseaba ello, o quizá, Ron quisiera hablar de ello. Recordó a Hermione dándole aquel beso en la mejilla y sintió algo raro, pero luego, pensó en Cho y su sonrisa y el estómago le dio un vuelco. Solo que esta vez, fue más débil que lo usual...

El contacto del amuleto de Ginny en su pecho le recordó su presencia colgando de su cuello. Ginny...El sabía que le gustaba a ella, y eso le sonrojaba...era una bonita y buena niña pero...no, era la hermanita de Ron, y a él le gustaba Cho...Pero la expresión de Ginny al escuchar que Harry había invitado a Cho al baile, se le presentó como un recuerdo espontáneo. Ella se veía triste...

Myrtle. El fantasma de la muchacha asesinada en los baños de las chicas hace 50 años por el basilico de la Cámara Secreta. A ella también parecía gustarle Harry, y eso era motivo de burla para él de parte de quien supiese, especialmente Ron. ¿Qué otra prueba tenía Harry que el que ella estuviese espiándolo desvestirse y meterse a aquella gran bañera del baño de los prefectos? Solo recordar que ella viese TODO DESDE EL MOMENTO EN QUE LLEGO AL LUGAR, le avergonzó mucho.

Aun pensando en ésto y preguntándose la razón, después de poner la mesa y terminar con la comida, subió a avisarle a tía Petunia y Dudley que era hora de comer. Primero fue a la habitación de la tía Petunia y tío Vernon e iba tocar cuando vio la puerta entreabierta. Pudo ver por el pequeño espacio a tía Petunia sentada en la cama, con algo en la mano, mirando el objeto con gesto melancólico, serio. Harry trató de mirar bien y se dio cuenta de que sostenía una fotografía, algo vieja al parecer. No queriendo problemas, cerró la puerta despacio y tocó.
- ¿Quién es? -
Preguntó tía Petunia con voz apagada. Harry abrió la puerta despacio, ella se volvió y le miró dejando la foto en la cama.
- Tía, la comida está lista.
- Bueno.

Harry se concentró en la foto con disimulo y vio que era de...¿Su madre?, tía Petunia se dio cuenta de su acto y algo enfadada tomó la foto cubriendo la imagen. Miró a Harry, pero a él le pareció que su enfado no era con él, sino con ella misma. Harry tomó la perilla de la puerta para salir.
- Iré a decirle a Dudley.
- Tienes sus ojos- dijo ella de improviso. Harry se detuvo ante sus palabras y se volvió a ella sorprendido.
-Tienes sus mismos ojos...Te veo y...es como ver su mirar...aunque te pareces a él.

El "él" le sonó a Harry con acento de desprecio, y las demás palabras, con algo de tristeza...¿Acaso su tía estaba tan enferma como para hablar de su hermana, Lily, la madre de Harry?
- Avísale a Dudley.

Ella pareció recuperar su compostura, guardó la foto en el cajón del buró, y se levantó. Pasó por un lado de Harry y él creyó ver sus ojos algo brillantes. Como si...hubiera querido llorar. La vio bajar las escaleras. Harry se dirigió con Dudley. Pensó que había estado equivocado al pensar que a su tía no le hubiera importado la muerte de su hermana, que no la hubiera llorado aunque fuese un poco. Después de todo, era su hermana...al menos debió sentirse triste por un momento.

Durante la comida, el silencio reinó de nuevo. Dudley había bajado recordándole a su madre que iría a casa de su amigo Piers al acabar de comer, luego, vio la casa reluciente y una mirada perversa suya recorrió a Harry, pero como su tía estaba presente, Harry se salvó de que Dudley intentara algo contra su buen trabajo, y pronto se iría, así que Harry no tenía que preocuparse demasiado. La tía Petunia miró todo y no dijo nada, lo que consideró Harry como un halago y un "está bien", al no recibir ninguna crítica a lo realizado con tanto esfuerzo.

A mitad de comida llegó el tío Vernon, quien analizó la casa como si tuviera un microscopio en la mirada, buscando algún detalle malo para regañar a Harry, pero no dijo tampoco nada, lo que alegró a Harry interiormente y le hizo relajarse más. Tío Vernon le preguntó a su esposa sobre el comportamiento de Harry mientras éste le servía la comida y al no recibir nada malo, pareció molestarse por no tener algo con que fastidiar a su sobrino. Se la pasó hablando de la reunión de anoche y de como le había ayudado en su trabajo y con su jefe.

Harry prefirió seguir con su táctica y continuó pensando. De nuevo, se preguntó porque pensaba en Cho, Hermione, Ginny y hasta Myrtle para su espanto.

Durante la comida, el silencio reinó de nuevo. Dudley había bajado recordándole a su madre que iría a casa de su amigo Piers al acabar de comer, luego, vio la casa reluciente y una mirada perversa suya recorrió a Harry, pero como su tía estaba presente, Harry se salvó de que Dudley intentara algo contra su buen trabajo, y pronto se iría, así que Harry no tenía que preocuparse demasiado. La tía Petunia miró todo y no dijo nada, lo que consideró Harry como un halago y un "está bien", al no recibir ninguna crítica a lo realizado con tanto esfuerzo.

A mitad de comida llegó el tío Vernon, quien analizó la casa como si tuviera un microscopio en la mirada, buscando algún detalle malo para regañar a Harry, pero no dijo tampoco nada, lo que alegró a Harry interiormente y le hizo relajarse más. Tío Vernon le preguntó a su esposa sobre el comportamiento de Harry mientras éste le servía la comida y al no recibir nada malo, pareció molestarse por no tener algo con que fastidiar a su sobrino. Se la pasó hablando de la reunión de anoche y de como le había ayudado en su trabajo y con su jefe.

Harry prefirió seguir con su táctica y continuó pensando. De nuevo, se preguntó porque pensaba en Cho, Hermione, Ginny y hasta Myrtle para su espanto. Bueno, ya tenía 15 años, eso era algo normal, pero antes no se imaginaba con alguna clase de novia...Recordó a las chicas que le pidieron que fuese con ellas al baile y a las que él les dijo que no, y a Hermione diciendo que Krum solo tenía seguidoras por ser famoso. Harry sabía que eso bien podía adjudicarse a él también, si no hubiera sido campeón del Colegio, las cosas hubieran sido diferentes, si no fuese Harry Potter, tal vez...Pero estaba pensando en ellas y eso lo ponía nervioso...Sintió como un color rojo le subió a la cara y solo pudo mantener la vista en el plato.
- ¿Y a ti qué te pasa?, estás rojo, no me vengas con que ya te dio algo por el "pequeño esfuerzo" de tu castigo...necesitas disciplina, eso es, eres un flojo
- Será mejor que continúe

Harry se levantó (por primera vez notó el cansancio de su cuerpo y mente), y tomó su plato con los cubiertos y su vaso, su tío lo vio con ojos furiosos, casi asesinándole. Dudley soltó una risita burlona. Tía Petunia estaba como distraída.
- Aun no te he dado permiso de marcharte, maleducado.
- Perdón, ¿Puedo irme tío?
- preguntó Harry casi explotando, pero contando hasta diez y aparentando una calma que no sentía mucho.
- Ya vete, pero por esa actitud, agrega a tu lista lavar mi auto, llevaré a Dudley a casa de Piers y cuando regrese, podrás lavarlo.
¿Entendiste?
- Sí tío.

Harry lavó los trastos, ya no le servía mucho contar hasta 10, sino hasta 20, pero cuando terminó, salió de la estancia y subió a su habitación, dispuesto a seguir trabajando luego de un pequeño descanso. Se comió una parte del pastel, el cual estaba delicioso y le hizo sentirse contento pensando en la Sra. Weasley, quien se lo había hecho y en la fiesta de cumpleaños sorpresa, y decidió que descansaría media hora y luego continuaría con todo el segundo piso, así que tomó el álbum de fotos que Hermione le regaló y se puso a hojearlo con más cuidado que la noche anterior. No tenía que preocuparse por Dudley, se iría a casa de Piers y no estaría en toda la tarde, solo tendría que preocuparse por su tío, pues seguramente la tía Petunia se la pasaría de nuevo en su habitación. Más tranquilo, disfrutó de las fotos riéndose con algunas, intentando contar el tiempo por sí mismo, y de nuevo vinieron sus pensamientos acerca de las chicas, al ver a Hermione, Ginny, y hasta Cho en alguna de ellas. Se quedó mirando la de Cho algo apenado...Luego miró las de sus dos mejores amigos, y las de los Weasley, yéndose sus ojos a la pelirroja hermanita de Ron. Estaba viendo la de Myrtle, cuando su puerta se abrió azotándose, y Harry se volvió para encontrarse a Dudley en la entrada con una tonta y maliciosa sonrisa y sus ojillos perversos y hambrientos. Harry escondió el álbum de inmediato. Con solo ver a su primo, comprendió su expresión y temiéndose lo peor, se levantó (ahora le era casi imposible levantarse), y fue hasta él, Dudley, asustado, se hizo para atrás.
- Espero que no me hayas estropeado el trabajo- dijo Harry serio, deseando que no fuese así.
- ¿Estás tonto o qué?, mi papá está en casa.
- Y no quieres que sepa que eres un mal portado como tu escuela lo dice-
contestó Harry, advirtiendo el tono rojo de coraje que coloreaba el rostro de su primo.
- Al menos yo no soy un loco que corre por la calle, y será mejor que te des prisa, mi habitación te espera por toda la tarde... -
Riendo, se marchó, bajando a la sala. Harry escuchó que le decía a su tío que ya era hora de irse. Aliviado por esto, Harry juntó fuerzas y paciencia, y se dispuso a seguir. Fue hasta la habitación de Dudley y al abrir la puerta y ver dentro, casi le da un ataque. Aquel lugar era una completa zona de desastre, todo tirado, hasta el colchón fuera de la base de la cama, era una porquería, ropa por ahí, las cosas de Dudley (muchísimas por cierto), y tal parecía que un huracán o tornado había pasado destruyéndolo todo. Claro, aquello era un huracán o tornado a propósito...Harry sintió que una onda de calor de enojo le subía hasta la cabeza, se tensó su cuerpo y apretó los puños respirando y contando ahora hasta 30.
- Ve a recoger la cocina. - la voz de su tía. Harry se volvió conteniéndose y la miró. Ella tenía una expresión de indiferencia en el rostro. Le dio la espalda y se encerró en su habitación. Harry bajó hasta la cocina y recogió todo dejándolo reluciente como antes, aun alterado pero más calmado, recurriendo a su táctica de distracción, solo que esta vez decidió dejar el tema de las chicas y pensar en otra cosa. ¿Quién sería el nuevo capitán del equipo de quidditch de Gryffindor?, bueno, de seguro sería alguno de sus mismos compañeros y eso alegraba a Harry, todos eran buenos y se lo merecían. ¿Podría ser él?, aquello lo preocupó un poco, era mucha responsabilidad...

El tema del quidditch lo siguió hasta el segundo piso, cuando comenzó con la habitación de Dudley. ¿Quién sería el nuevo guardián?, no tenía ni la más mínima idea. Luego, pensó en que a sus compañeros del deporte solo les quedaba un año en Hogwarts, pues Angelina, Katie, Alicia y los gemelos Weasley cursarían el séptimo año esta vez. Se imaginó como el único jugador de su equipo en su sexto y séptimo año con algo de horror y tristeza, pues sería un nuevo equipo totalmente y no podía evitar extrañar a sus compañeros. Le gustaría que Ron se uniera al equipo, así al menos no se sentiría solo.

La habitación de Dudley le llevó tiempo y trabajo extra, así que tuvo que acelerar el paso con todo lo demás del segundo piso, el baño, el pasillo...Al menos su habitación propia estaba siempre más o menos, y como a nadie le gustaba entrar pues no habría problema, a la de los tíos no se atrevió a acercarse siquiera, no quería más problemas. Lo último que hizo, fue la habitación de huéspedes, la cual siempre solía ocupar la tía Marge, hermana de tío Vernon, a la cual, Harry había inflado hacía tres veranos, aquel verano fue horrible, Harry había huído de casa. Solo recordar le dio escalofríos...Ojala no se le ocurriera volver a la tía Marge porque si no...

El tema que pensó luego fue de nuevo en que haría al terminar Hogwarts. Tal vez no era mala idea ser fotógrafo, o quizá periodista como la mentirosa de Rita Skeeter...Harry notó que habían pasado varias horas y el tío Vernon no había regresado aun de dejar a Dudley, y para él, se estaba haciendo tarde y aun le faltaban varias cosas por hacer. Preocupado, bajó las escaleras leyendo la lista.

"Aun me falta la parte de afuera de la casa, el jardín, lavar la ropa, ir de compras...ay y el auto de tío Vernon...y ya está atardeciendo o anocheciendo, ya ni sé...", venía afligido con ésto, cuando vio a tío Vernon entrar sigilosamente, cerrando la puerta con mucho cuidado, traía algo entre manos, y al ver a Harry casi salta y se muere del susto, escondiéndo lo que traía en las manos miró al muchacho con furia en los ojos, bastante nervioso...Harry percibió un leve olor a comida en el aire...a él que le importaba, pero se quedó parado al pie de la escalera con la lista en la mano y viendo a su tío desconcertado.
- ¡Mocoso, me asustaste!...bueno, vete a seguir con tu castigo...anda vete ya...¿Dónde está tu tía? - le dijo con voz insegura, escondiendo más la envoltura que traía entre manos. Harry asintió pensando en la tía Petunia con algo de conmiseración, al parecer solo ella seguía la dieta estricta en esa casa.
- En su habitación.
- Bueno...Ya te dejé el auto afuera...¡¿Qué esperas?!

Harry decidió no decir ni hacer caso y pensó en terminar primero con la ropa, así que mientras su tío se iba a la sala comenzó a lavar el montón de ropa y mientras la metía en la secadora, miró por la ventana, con una parte del cerebro ya dormida. Recordó a los seres de la noche anterior...Temía volver a verlos ahora, por eso quería terminar antes de que fuese muy noche, no quería hacer alguna otra "locura" con sus tíos tan cerca, de seguro que ahora sí lo mataban...¿Quiénes eran? ¿Por qué no lo siguieron hasta la casa? Trató de ver todo con más detalle en su mente...pero no lograba comprender nada y sus ojos y cabeza y todo su cuerpo, se negaban a cooperar cada vez más.

Terminó de doblar la ropa y separarla y se preparó para salir y terminar de una buena vez, Harry tomó las cosas que necesitaba y salió. Afuera ya estaba más oscurillo y aquello le dio pánico, no terminaría, así que más rápido y extenuado que antes, fue hasta el jardín y comenzó a barrer, cortar, podar, limpiar la banca, checar el seto...Iba más rápido, apurado por la luz que amenazaba con la noche en unas pocas horas, su cuerpo ya no le respondía, sus brazos ya se negaban a trabajar y un su cerebro estaba fuera de su ser en algún otro lado. "Apresúrate, apresúrate...", se repetía una y otra vez..."Ay que aun me falta el auto y las compras...¡La cena!..."..."No voy a terminar, no voy a terminar..."..."No debí comer ni descansar..."...Las mismas frases siguieron rondándole mientras acababa al fin con el jardín y se ponía a barrer y limpiar la entrada de la casa. La escoba más bien lo llevaba a él que él a ella, y al tenerla en manos, pensó en su Saeta de Fuego, en estar montado sobre ella y volando y sintiendo el aire en la cara...Aquel pensamiento lo hizo darse más ánimos y agarró voluntad recordando la fiesta de la noche. "Sí se puede, sí se puede..."..."Si tan solo pudiera usar magia"...Se puso a lavar el auto de tío Vernon, con más cuidado y detalle pues de seguro eso sí lo escudriñaría su tío al revisar su trabajo, estaba ya atardeciendo y justamente estaba Harry más de memoria que presente, con ojos soñolientos y mucha hambre y un cansancio enorme y frío, pensando en que debió ir de compras primero que nada, que no deseaba estar fuera de noche y pasar lo de la noche de su cumpleaños, cuando vio a la vecina de enfrente llegar y tratar de abrir la puerta, mirándolo con algo de precaución y temor en los ojos, aun así por cortesía, le sonrió. Harry le correspondió con una sonrisa leve y cansada.
- Buenas tardes o casi noches, jovencito...
-Buenas noches, Sra...

La mujer intentaba abrir sin conseguirlo, pues no le quitaba los ojos de encima a Harry, con o sin disimulo, con un creciente pavor en la cara. Harry continuaba lavando el auto, sintiendo su mirada como un gran peso encima, sí, definitivamente ella le creía un peligroso loco y desquiciado...no había duda.
- Es bueno verte trabajando muchachito, eso es bueno, mejor que andar desubicado....me das gusto...

"Y que miedo me das", pensó Harry, viendo su expresión de miedo. Estaba imaginando el lado cómico de ésto, con el 90% de su cerebro y cuerpo dormidos, cuando algo llamó la atención de la vecina y de Harry. La Sra. Figg venía hacia la casa de los Dursley con caminar pesado y cansado, pero con gesto amable como siempre. La vecina la saludó al lograr abrir la puerta.
- Buenas tardes, Arabella, que bueno que ya estés mejor...
- Buenas tardes.

La vecina le dijo adiós con la mano y entró a la casa de inmediato. De seguro se pondría a espiarlos por la ventana. La Sra. Figg se acercó a Harry, quien le sonrió. Vio en su cara, una preocupación y cariño que lo extrañaron, ella siempre era amable con él pero ahora se le notaba algo diferente, con más profundidad.
- Buenas tardes, Harry.
- Buenas tardes, Sra. Figg, ¿Cómo ha estado?, supe que estuvo enferma.

Harry le hablaba pero la verdad no estaba muy concentrado, estaba como loco por dentro tratando de terminar el auto.
- Bien, gracias cariño por preguntar. ¿Están tus tíos?
- Sí. Venga.

Ella le siguió, Harry caminaba pesadamente, como ella.
- Lamento lo que pasó Harry, fue mi culpa. Sabía que tenía que cuidarte. Tu amable vecina me contó en la mañana.
- Ahora de seguro me creerá loco.
- Yo jamás creería eso, nunca lo he hecho.

Llegaron hasta la puerta y Harry la estaba abriendo, cuando la mujer, luego de una pausa le habló.
- Harry...¿Sucedió algo extraño cuando fuiste a mi casa?

Harry se extrañó de que le preguntara eso. Quiso contarle...pero recordó que era una muggle. Ella le miraba preocupada, como si quisiera que él le dijera algo...
- No...¿Por qué pregunta?
- Bueno, mis gatos estuvieron muy inquietos todo el día. -Sonrió como restándole importancia al comentario- Uno sabe si vives tanto con animales.

Ella le miró antes de entrar, con unos ojos tiernos. Luego, desapareció tras la puerta. Harry regresó al trabajo y forzó a su cabeza a continuar pensando en esa pequeña plática. ¿Por qué la Sra. Figg creía que algo había pasado? ¿Era por los gatos de verdad?, quizá hablaría con sus tíos para aclarar todo el malentendido, y las llamadas del hospital...Pero ahora no debía dedicarse a eso, tenía que terminar, luego tendría tiempo. "Ay, ya no siento el cuerpo, ni los dedos..."...Cuando acabó con el auto, casi quiso llorar de alegría al ver lo limpio y reluciente que lo había dejado y vio luego el jardín y la entrada y se sintió satisfecho consigo mismo. "Bueno, solo quedan las compras y la cena", pensó más esperanzado. Como estaba mojado y sucio, entró a la casa y mientras se dirigía a su habitación alcanzó a ver a la Sra. Figg y sus tíos en la sala, tomando té y conversando.
- No recibimos ninguna llamada a esa hora. La contestadora no estaba puesta- dijo su tío.
- De seguro la Srita. del hospital se equivocó de número, ¡No veo otra explicación! - argumentó su tía con escándalo. Harry intentó seguir escuchando mientras subía.
- Sí, seguramente fue eso, Petunia... - dijo no muy convencida la Sra. Figg, Harry fue a su habitación y se cambió de ropa, algo igual de feo que lo mojado y bostezando, bajó de nuevo, mirando la lista. Pedazos de conversación le venían a los oídos.
- Lamento lo de Harry, estoy segura que tuvo sus razones para correr hasta la casa. La Srita. del hospital me dijo que si se comunicó con él la segunda vez- mencionó la anciana con dulzura en la voz.
- Sí...Aun así no debe andar como loco, no se preocupe Arabella... - dijo su tío tratando de dejar el tema de lado, lo que se notó de inmediato cuando la tía lo cambió por otro.
- ¿Y qué fue lo que le pasó?

Harry decidió irse mejor y salió de la casa, comenzó a caminar con el cielo ya oscuro y estrellado sobre su cabeza, no sabía ni como podía caminar todavía, bostezaba constantemente y su mente se negaba a reflexionar sobre lo que ocurría. Había traído la varita escondida, por si acaso....La Sra. Figg...aun no comprendía porque ella insistía en que algo extraño había ocurrido anoche...aunque le agradaba pensar que no estaba loco al saber que alguien más sospechaba lo raro que fue el suceso...

Lo bueno era que lo que tenía que comprar no era nada complicado ni mucho y pudo conseguirlo en el primer establecimiento que encontró abierto, estar en un ambiente con tanta gente común y corriente le hizo sentirse ajeno a aquello, precisamente con tantas cosas ocurriéndole alrededor y en la mente. Se apresuró y dándose cuenta de la hora, aceleró el paso (según él) y se marchó a casa. Al pasar por la casa de la Sra. Figg, vio a varios gatos en la entrada, ronroneando y acostados. Disminuyó su lenta velocidad. Vio la casa...la ventana por donde una lechuza había entrado...Se le vino a la mente la lechuza de Hogwarts, a la cual no había podido atender debido a su castigo...Al estar dejando atrás la casa, miró el lugar donde los seres habían aparecido. Ahora estaba vacío, todo era una soledad...Y debido a la falta de luz en la casa, de seguro la Sra. Figg seguía en casa de sus tíos. Presto a dejar la cosa atrás, aceleró el paso no sin antes mirar de nuevo la casa. Fue ahí, en ese último vistazo, que notó que los gatos ya no ronroneaban...Todos y uno en especial, que más bien parecía un león pequeño y de ojos refulgentes, mezclado con los demás y que le servía de disfraz, le miraban fijamente, como si fueses personas. A Harry le recorrió un escalofrío y un estremecimiento. Fueron tan fríos como el mismo viento que le pasaba por la cara. Aquella escena fue espeluznante, así que reuniendo fuerzas les dio la espalda y se marchó con las bolsas de compras, sintiendo aun más adelante, la mirada de los animales sobre su espalda. Ahora entendía a lo que se quiso referir la Sra. Figg con sus palabras...

No había dado cuenta de su cansancio hasta que llegó a casa. Precisamente tío Vernon ayudaba a la Sra. Figg a subir al auto cuando él llegaba. Ella le sonrió al verlo tan agotado y cargado de cosas. Tío Vernon miró a Harry.
- Voy a dejar a la Sra. Figg y a recoger a Dudley.
- Bueno Harry, nos vemos luego cariño.

Le dijo la mujer suavemente. El se acercó a la ventanilla del auto. Tío Vernon los observaba detenidamente...
- Hasta luego.
- Harry, ten mucho cuidado. Las cosas en la noche son más tenebrosas.

De nuevo, Harry se extrañó con sus palabras. Se quedó desconcertado...Ella tenía una expresión seria y preocupada, pero amable al fin.
- Mis gatos saben, sabes...Te aseguro que nos volveremos a ver y te hablaré más sobre ellos.

Su gesto cambió y le sonrió guiñándole un ojo, le hizo un gesto para que se acercara y para sorpresa de Harry y su tío, ella le abrazó con mucho cariño y le plantó un beso en la frente. Harry no sabía que decir o quizá era, que ya no sentía tampoco la lengua.

Tío Vernon subió al auto y lo encendió. Harry los vio irse, la mujer le saludó con la mano hasta perderse en la lejanía y oscuridad. Al volverse para entrar a la casa, Harry vio a su tía mirando todo por la ventana. No pudo interpretar su expresión.

Entró y dejó las cosas en la cocina, se estiró sintiendo dolor en todo el cuerpo y se puso a acomodar todo. No podía olvidar su conversación mínima con la anciana y la visión de los gatos observándole...Estaba terminando de acomodar las cosas, cuando tía Petunia entró a la cocina.
- Te has portado bien. Yo haré la cena.

Harry se quedó paralizado. Le pareció bastante raro aquel gesto de parte de ella, tal vez ya le inspiraba lástima su sobrino. ¿Y si la Sra. Figg les había pedido que lo dejasen ya?
- Espero que hayas aprendido tu lección- dijo ella con tono duro y ojos escrutadores. Harry asintió sin decir nada o hacer nada.
- Vete a dar un baño y luego te llamo a cenar. Si no estás listo, no es mi culpa.

Harry obedeció, ya ni se enojaba del cansancio que sentía, fue a su habitación, tomó ropa limpia y se dio el baño. El agua tibia le hizo sentirse mejor y despejar su mente extenuada, al grado de que no quiso pensar en nada mientras se bañaba en aquel agradable ambiente. Regresó a su habitación y se sentó en la cama, sabiendo que le sería imposible levantarse de nuevo. Su cuerpo, con casi voluntad propia, lo jaló hacia atrás y Harry se recostó agradeciendo la presencia del colchón. Los ojos se le cerraron y se quedó en silencio. Quería dormir, pero era mejor terminar bien el día y cenar con sus tíos como broche de oro, así que se obligó a permanecer despierto y se puso a ver el regalo de Ron. La decisión fue buena, pues las fotos le llamaban mucha la atención y sus ojos cansados pudieron verlas y admirarlas con detalle. Había pasado quizá unas dos horas, cuando Harry se percató que la ventana estaba ya abierta, al sentir el viento y vio a dos lechuzas entrando precisamente en ese momento, una grande y bonita, y la otra pequeñita y ruidosa. Ambas se colocaron en su cama, ululando felices y por primera vez, Harry recordó a Hedwig, quien parecía haberse despertado con el ruido de sus iguales y las miraba con desafío, aleteando en la jaula. Harry vio que uno era el sobre de Hogwarts, y lo hubiera abierto pero le llamó la atención el otro sobre, que la traía Pig. Le pareció muy pronto para que Ron le escribiera, que Pig llegara, así que tomó la carta y la leyó.

Harry:

¿Qué crees?, ¡Hace un rato que a mis papás les llegó una carta de Dumbledore, diciendo que podíamos recogerte mañana mismo!, supongo que él sospechó que algo pasó y TU NO NOS QUISISTE DECIR, en fin, ¿No te da gusto?, pasaremos por ti en la tarde, estate listo, iremos en auto pues no queremos darte más problemas con tus tíos precisamente luego de que te castigaron. Esperanos, y nos vemos mañana.

Ron

P.D. Mis papás y todos estamos muy preocupados por ti. ¿Qué pasó en realidad?
P.D. Hermione se escribe con don famoso, Viktor Krum, ¡Se atreve a escribirle en MI CASA y llegan aquí sus cartas!
P.D. Dumbledore debió estar muy preocupado, pues fíjate que le dijo a mi papá que hiciera que Pig llegara lo más pronto posible contigo, por eso no te asombres.

Aquello le dio gusto, mucho gusto, lo hizo sonreír...y también le dio mucha preocupación. Ahora sí que las cosas estaban extrañas...¿Cómo se había enterado Dumbledore de que algo pasó? ¿Le dirían los Weasley y él investigó?, no había duda de que le preguntarían y Harry aun dudaba si contarles o no...Ya no había pasado nada raro, a excepción de las palabras de la anciana muggle y sus gatos maquiavelos...Harry ya no pudo seguir pensando pues tía Petunia le llamó a cenar y decidió obedecer rápido para que mañana lo dejasen ir sin problemas. Además de que necesitó todas sus fuerzas restantes (que eran pocas) para levantarse y caminar. Su cuerpo se negaba pero lo obligó, comería y luego se deleitaría con el pastel de chocolate, así que bajó las escaleras preguntándose lo mismo que antes, y pidiendo que esta noche, ya no pasase nada raro...

Continuará...

Autora: Mariana de Beauxbatons.