Harry Potter.
5
Visitas Harry
se había quedado dormido sin darse cuenta luego de guardar los regalos. Justo
antes de despertar, estaba soñando con algo que le pareció familiar pero no
conseguía la razón. Iba caminando por un camino desolado, bajo el manto de una
noche fría y a lo lejos alcanzaba a ver una casa vieja y destruida en lo alto
de una colina...Se sentía extraño...era como si tuviera algo en la cabeza que
hacer y el solo hecho de pensar que lo haría, le causaba una enfermiza
satisfacción y diversión. Sus ojos miraban la casa mientras ésta se veía más
grande conforme se acercaba sigilosamente...Una sonrisa perversa curvó sus
labios y sintió el contacto de una varita en su mano... No
le agradaba para nada sentirse así...Era como si no fuese él... Fue
entonces cuando sus ojos vieron de reojo alrededor y observaron más allá un
pueblito. Del otro lado, una extrañas piedras se alzaban del suelo, y cuando
quiso fijarse más para ver porque no eran precisamente piedras comunes, el
sonido de unas campanas lo despertaron sobresaltándolo y haciendo que se
levantase de la cama con la respiración ajetreada y el sudor en la frente,
ahogando un grito. Y de nuevo, sintió una punzada lejana en la cicatriz. ¿Por
qué las campanadas le habían causado tanto pavor? Parecían
de una iglesia... Se
tocó la cicatriz con la cabeza adolorida y algo mareado por levantarse de
improviso. Unos golpes en la puerta lo aturdieron más y casi lo hacen caerse de
la cama. Buscó sus lentes y mientras se los ponía, la voz de tía Petunia se
dejó oír al otro lado de la puerta. Había
una nota alarmante de indiferencia y molestia en la voz de tía Petunia. Harry
se sorprendió de que no lo hubieran dejado encerrado todo el día como castigo,
así que supuso que sería otra clase de castigo el que tendría. No quiso ni
imaginarse que planes estaría haciendo su tío Vernon debido a lo ocurrido
anoche. Se vistió y abriendo la puerta, bajó las escaleras dirigiéndose a la
cocina. Para su sorpresa, Dudley no estaba en la mesa. ¿Se atrevía a
preguntar? Harry
prefirió obedecer y comenzó a comer con desgano, no porque no soportase el
desayuno, sino por el leve dolor de cabeza que aun tenía. Tía Petunia se sentó
con un té y mientras lo bebía miraba a Harry de reojo con ojos entrecerrados. El
silencio en el desayuno fue insoportable. La tía Petunia mirándolo de reojo
sin parar, el tío Vernon leyendo su periódico con las manos tensas casi
destrozando el papel...Harry se mantuvo con los ojos fijos en el plato, haciendo
a un lado y otro los trozos de verduras, con aquel dolor leve en la cabeza y la
punzada desvaneciéndose de la cicatriz, mientras pensaba en que castigo podría
imponerle su tío. El sueño había quedado en la habitación, tras un velo
mental que Harry no conseguía traspasar, solo el sonido de las campanas...era
lo único que recordaba. A
tía Petunia pareció molestarle su actitud con el desayuno, pues sorprendiendo
a Harry, le arrancó el plato de un jalón. Harry se quedó con el tenedor
paralizado en la mano, mirándola fijamente. Ella
se levantó llevándose el plato. En ese preciso instante, tío Vernon dejó el
periódico en la mesa y cruzando los brazos, alzó una ceja y miró a su sobrino
con ojos fúricos. Harry
se quedó boquiabierto. Había esperado algo más severo pero... Había
cuestionado en un tono de miedo mezclado con indiferencia, y Harry comprendió
porque su castigo no había sido tan duro como pensó. La
mujer se acercó y al ver a Harry sosteniendo aun el tenedor, se lo arrebató de
la mano fulminándole con la mirada. Luego se volvió a su esposo con una
expresión más dulce. A
tía Petunia lo que más le asustaba era que los vecinos sospechasen algo sobre
Harry, y lo sucedido anoche precisamente, era la confirmación de su peor
pesadilla. Su sobrino un delincuente y desquiciado...Y la vecina seguramente
esparcería el rumor entre todos los demás. Aun
pensando en el infierno que sería ese día, Harry no dijo nada más en el
momento en que tío Vernon se preparó para salir y se fue en su auto. Harry tenía
la impresión de que si hablaba más, aquel día no sería el único que se vería
tan negro como éste. La existencia de Sirius de verdad le ayudaba a salvarse un
poco de los peores castigos inimaginables y tormentosos, pero lo de ayer había
sido bastante sobresaliente como para que no lo tomasen en cuenta sus tíos.
Sirius solo le había logrado acortar un castigo que aun de ser solo un día al
parecer, sería tan pesado de llevar que Harry solo pedía paciencia para
aguantar sin crear más problemas o de usar algún poder suyo como el de volar
hasta una ventana. Tía
Petunia se fue a su habitación diciendo que tenía un dolor de cabeza horrible,
y le dejó una lista en la mesa sin dirigirle la palabra. Harry vio la lista de
lejos y con solo ver las muchísimas letras ahí escritas supuso que sería TODO
lo que tenía que hacer. Tomó la lista y la leyó, y en cada nueva orden, su
cara se iba poniendo más desanimada. No era que le molestase hacer trabajo
hogareño, sino el hecho de que sabía que su tía y su primo se lo complicaría
solo para molestarlo y sacarlo de sus casillas, eso sin contar que tío Vernon
regresase pronto, lo que Harry pedía que no sucediera, pues él sí estaría
sobre Harry supervisando cada cosas que hiciera y la tía Petunia daba la
impresión de que no saldría de su habitación mucho. Otra cosa que Harry
suplicaba por dentro era que Dudley no se levantase aun, estaba seguro de que
con toda la intención del mundo, sería capaz de hacerle trabajar el doble. Se
sintió como Cenicienta. Con un gran suspiro tomando calma, se preparó para
comenzar, primero se lavó la cara y los dientes para que el agua fría
despejase su mente llena de dudas por lo que estaba pasando a su alrededor y el
dolor de cabeza y en la cicatriz constante. Se puso la ropa más fea que tenía,
eso si era posible que tuviera algo suyo, comprado para él solamente y bonito,
para no echar a perder algo que de por si ya estaba desagradable y se dispuso a
limpiar la cocina de pies a cabeza. Mientras lo hacía, trataba de pensar en su
fiesta de cumpleaños secreta, de como se divirtió con los Weasley y con
Hermione, en los regalos y en diferentes cosas que lo alegraran para sobrellevar
aquello. Pensó de nuevo en que dedicarse luego de acabar en Hogwarts, no había
tomado en cuenta el ser fotógrafo o quizá periodista como Rita Skeeter, o en
el hecho de que el equipo de Gryffindor de quidditch no tuviese capitán ni
guardián para este año. Oh como tenía ganas de jugar quidditch y de volar
sobre su Saeta de Fuego, eso si lo alivianaría bastante. Limpió
toda la cocina dejándola reluciente, cada trasto, cada repisa, el fregadero, el
refrigerador...cada detalle, lustró el piso, la mesa, en fin, la dejó
impecable, hasta se sorprendió de sí mismo y se alegró de que su técnica de
distracción le ayudase a sentirse bien con aquel tremendo quehacer que aun tenía
que realizar. Revisó la lista y continuó con la sala, el recibidor, las
escaleras, todo el primer piso de la casa tratando de dejar cada parte tan
reluciente y limpia como la misma cocina, su mente continuó con la táctica de
distracción y siguió pensando en todo lo bueno como diría Hermione, tenía
ganas de revisar bien sus regalos, y de comerse el pastel de chocolate, ya tenía
mucha hambre debido al esfuerzo y el trabajo realizado y que le faltaba, pero se
propuso tratar de terminar con aquello antes de la hora de la comida al menos,
luego de comer podría ir a su habitación y comerse el pastel entero si quería
o solo una parte, y descansar un ratito y seguir con lo que le faltaba. ¿Qué
estarían haciendo Hermione y los Weasley ahora?, ah como le hubiera gustado
estar en la Madriguera... Checaba
el reloj para comenzar a preparar la comida a la hora que usualmente era y así
no molestar a su tía con otro horario, así que dándose cuenta de que solo le
faltaba la alacena, se puso manos a la obra antes de empezar con la comida.
Estar en la alacena le trajo nostalgia y recuerdos. Aunque no era un lugar muy
agradable y espacioso, había sido su refugio y hogar por 11 años y sentía
algo por ese sitio. Trató de no verlo como un lugar de castigo, sino como una
habitación más. Su tío siempre le amenazaba con enviarlo ahí cuando lo
castigaba y así lo hacía, y aunque era algo claustrofóbico, Harry no pudo
evitar sentir nostalgia al estar sacando lo que ahora estaba dentro de la
alacena y limpiando el pequeño espacio para acomodar todo de nuevo dentro. ¿Quién
sería el nuevo capitán del equipo de quidditch de Gryffindor?, quizá alguno
de ellos mismos, lo cual sería lo más natural, a él le agradaba que fuese
cualquiera de sus compañeros. ¿Y quién sería el nuevo guardián? Terminó
con la alacena y se sentó un momento en el suelo, cerca del teléfono a
descansar antes de ir a la cocina. Miró su alrededor y se asombró de su
trabajo, todo estaba bien y ordenado, limpio y reluciente, y se veía realmente
perfecto a la vista, el orgullo lo invadió y agradeció que hasta ahora, no
tuviera problemas con su tía o con Dudley principalmente, mira que si se atrevía
a ensuciar o algo por el estilo... Se
levantó y por primera vez se dio cuenta del cansancio que sentía en todo su
cuerpo debido al trabajo. Si había pensado que aquello era un castigo leve,
ahora se daba cuenta de su error enorme. Le dolía cada parte de su ser y eso
que aun le faltaba el piso de arriba, el jardín, ir de compras, sacar la
basura, lavar la ropa... Al menos el dolor de cabeza se estaba disipando y el de
la cicatriz ya no estaba, así que agarrando fuerzas fue hasta la cocina y se
dispuso a hacer de comer, checando la lista y viendo lo que le faltaba por
hacer. Se puso un delantal y riéndose de sí mismo, comenzó a hacer la comida
con la misma técnica que había estado utilizando hasta ahora para relajarse y
hacer todo en calma. ¿Cómo
sería la nueva túnica de gala de Ron? con esa noticia ya hasta a él se le
antojaba otra fiesta, aunque esta vez pensaba que tanto Ron como él, debía
invitar a alguien con quien sí se pudieran divertir. Por lento y tonto, el año
pasado para Navidad, Harry no había invitado a Cho Chang, una chica un año
mayor que él, buscadora de quidditch de Ravenclaw y que le gustaba bastante
desde tercer año, ella había ido con Cedric Diggory...ahora ese asunto no le
molestaba tanto...recordaba a Cho llorando luego de la muerte de Cedric, de
seguro ambos sentían algo por el otro, Cedric así lo había demostrado con la
segunda prueba del Torneo, en el lago, cuando peligraba lo que Cedric más
valoraba, la vida de Cho. El
pleito entre Hermione y Ron por el mismo baile...eso también era algo para
recordar, Hermione había ido con Viktor Krum, el buscador del equipo de
Bulgaria de quidditch y alumno de Durmstrang, de 18 años, bastante serio pero
buen jugador. Ron, quien había ido con Padma Patil, hermana de Parvati, con
quien Harry fue, y que no la atendió como debió en el baile como Ron que ignoró
a Padma, se había enfadado demasiado con el asunto Hermione-Viktor, mezclando
al propio Harry en ello, aduciendo que Viktor la invitó con propósitos sobre
Harry. A Harry más bien le pareció que Ron estaba celosísimo, y que Hermione
tenía la razón en la discusión. Ron debió invitarla desde el principio y no
como un plato de segunda mesa, eso a cualquiera enojaría, pero sobre todo, pensó
Harry, a una chica. ¿Por qué Harry no pensó en invitar a Hermione? Se
quedó pensativo y alzó los ojos al techo preguntándoselo. No, siempre quiso
invitar a Cho, Hermione era su amiga y solo eso, por eso no pensó en ello, el
baile era para un asunto más bien romántico, de parejas. Aun así...Hermione
había sido la única que estuvo de su lado con el asunto del Torneo y el Cáliz
de Fuego, Harry contó con ella solamente durante un tiempo, cuando Ron y él se
pelearon por la falta de confianza del Weasley. Había pasado mucho tiempo con
ella...y Viktor lo había considerado un rival de amores, a él, y luego esos
artículos de Rita Skeeter...Viktor le había dicho que ella le hablaba mucho de
él. ¡¿Pero
en qué estaba pensando?! Hermione
solo era su amiga, y él estaba interesado en Cho, y creía que si él hubiese
invitado a Hermione al baile, tal vez Ron se hubiera molestado igual o más que
si hubiera sido Viktor. Harry sospechaba que a Ron le gustaba Hermione más que
como amiga...Pero tenía la sensación de que si se lo decía, Ron se molestaría
con él y Harry no deseaba ello, o quizá, Ron quisiera hablar de ello. Recordó
a Hermione dándole aquel beso en la mejilla y sintió algo raro, pero luego,
pensó en Cho y su sonrisa y el estómago le dio un vuelco. Solo que esta vez,
fue más débil que lo usual... El
contacto del amuleto de Ginny en su pecho le recordó su presencia colgando de
su cuello. Ginny...El sabía que le gustaba a ella, y eso le sonrojaba...era una
bonita y buena niña pero...no, era la hermanita de Ron, y a él le gustaba
Cho...Pero la expresión de Ginny al escuchar que Harry había invitado a Cho al
baile, se le presentó como un recuerdo espontáneo. Ella se veía triste... Myrtle.
El fantasma de la muchacha asesinada en los baños de las chicas hace 50 años
por el basilico de la Cámara Secreta. A ella también parecía gustarle Harry,
y eso era motivo de burla para él de parte de quien supiese, especialmente Ron.
¿Qué otra prueba tenía Harry que el que ella estuviese espiándolo desvestirse
y meterse a aquella gran bañera del baño de los prefectos? Solo recordar que
ella viese TODO DESDE EL MOMENTO EN QUE LLEGO AL LUGAR, le avergonzó mucho. Aun
pensando en ésto y preguntándose la razón, después de poner la mesa y
terminar con la comida, subió a avisarle a tía Petunia y Dudley que era hora
de comer. Primero fue a la habitación de la tía Petunia y tío Vernon e iba
tocar cuando vio la puerta entreabierta. Pudo ver por el pequeño espacio a tía
Petunia sentada en la cama, con algo en la mano, mirando el objeto con gesto
melancólico, serio. Harry trató de mirar bien y se dio cuenta de que sostenía
una fotografía, algo vieja al parecer. No queriendo problemas, cerró la puerta
despacio y tocó. Harry
se concentró en la foto con disimulo y vio que era de...¿Su madre?, tía
Petunia se dio cuenta de su acto y algo enfadada tomó la foto cubriendo la
imagen. Miró a Harry, pero a él le pareció que su enfado no era con él, sino
con ella misma. Harry tomó la perilla de la puerta para salir. El
"él" le sonó a Harry con acento de desprecio, y las demás palabras,
con algo de tristeza...¿Acaso su tía estaba tan enferma como para hablar de su
hermana, Lily, la madre de Harry? Ella
pareció recuperar su compostura, guardó la foto en el cajón del buró, y se
levantó. Pasó por un lado de Harry y él creyó ver sus ojos algo brillantes.
Como si...hubiera querido llorar. La vio bajar las escaleras. Harry se dirigió
con Dudley. Pensó que había estado equivocado al pensar que a su tía no le
hubiera importado la muerte de su hermana, que no la hubiera llorado aunque
fuese un poco. Después de todo, era su hermana...al menos debió sentirse
triste por un momento. Durante
la comida, el silencio reinó de nuevo. Dudley había bajado recordándole a su
madre que iría a casa de su amigo Piers al acabar de comer, luego, vio la casa
reluciente y una mirada perversa suya recorrió a Harry, pero como su tía
estaba presente, Harry se salvó de que Dudley intentara algo contra su buen
trabajo, y pronto se iría, así que Harry no tenía que preocuparse demasiado.
La tía Petunia miró todo y no dijo nada, lo que consideró Harry como un
halago y un "está bien", al no recibir ninguna crítica a lo
realizado con tanto esfuerzo. A
mitad de comida llegó el tío Vernon, quien analizó la casa como si tuviera un
microscopio en la mirada, buscando algún detalle malo para regañar a Harry,
pero no dijo tampoco nada, lo que alegró a Harry interiormente y le hizo
relajarse más. Tío Vernon le preguntó a su esposa sobre el comportamiento de
Harry mientras éste le servía la comida y al no recibir nada malo, pareció
molestarse por no tener algo con que fastidiar a su sobrino. Se la pasó
hablando de la reunión de anoche y de como le había ayudado en su trabajo y
con su jefe. Harry
prefirió seguir con su táctica y continuó pensando. De nuevo, se preguntó
porque pensaba en Cho, Hermione, Ginny y hasta Myrtle para su espanto. Durante
la comida, el silencio reinó de nuevo. Dudley había bajado recordándole a su
madre que iría a casa de su amigo Piers al acabar de comer, luego, vio la casa
reluciente y una mirada perversa suya recorrió a Harry, pero como su tía
estaba presente, Harry se salvó de que Dudley intentara algo contra su buen
trabajo, y pronto se iría, así que Harry no tenía que preocuparse demasiado.
La tía Petunia miró todo y no dijo nada, lo que consideró Harry como un
halago y un "está bien", al no recibir ninguna crítica a lo
realizado con tanto esfuerzo. A
mitad de comida llegó el tío Vernon, quien analizó la casa como si tuviera un
microscopio en la mirada, buscando algún detalle malo para regañar a Harry,
pero no dijo tampoco nada, lo que alegró a Harry interiormente y le hizo
relajarse más. Tío Vernon le preguntó a su esposa sobre el comportamiento de
Harry mientras éste le servía la comida y al no recibir nada malo, pareció
molestarse por no tener algo con que fastidiar a su sobrino. Se la pasó
hablando de la reunión de anoche y de como le había ayudado en su trabajo y
con su jefe. Harry
prefirió seguir con su táctica y continuó pensando. De nuevo, se preguntó
porque pensaba en Cho, Hermione, Ginny y hasta Myrtle para su espanto. Bueno, ya
tenía 15 años, eso era algo normal, pero antes no se imaginaba con alguna
clase de novia...Recordó a las chicas que le pidieron que fuese con ellas al
baile y a las que él les dijo que no, y a Hermione diciendo que Krum solo tenía
seguidoras por ser famoso. Harry sabía que eso bien podía adjudicarse a él
también, si no hubiera sido campeón del Colegio, las cosas hubieran sido
diferentes, si no fuese Harry Potter, tal vez...Pero estaba pensando en ellas y
eso lo ponía nervioso...Sintió como un color rojo le subió a la cara y solo
pudo mantener la vista en el plato. Harry
se levantó (por primera vez notó el cansancio de su cuerpo y mente), y tomó
su plato con los cubiertos y su vaso, su tío lo vio con ojos furiosos, casi
asesinándole. Dudley soltó una risita burlona. Tía Petunia estaba como distraída. Harry
lavó los trastos, ya no le servía mucho contar hasta 10, sino hasta 20, pero
cuando terminó, salió de la estancia y subió a su habitación, dispuesto a
seguir trabajando luego de un pequeño descanso. Se comió una parte del pastel,
el cual estaba delicioso y le hizo sentirse contento pensando en la Sra.
Weasley, quien se lo había hecho y en la fiesta de cumpleaños sorpresa, y
decidió que descansaría media hora y luego continuaría con todo el segundo
piso, así que tomó el álbum de fotos que Hermione le regaló y se puso a
hojearlo con más cuidado que la noche anterior. No tenía que preocuparse por
Dudley, se iría a casa de Piers y no estaría en toda la tarde, solo tendría
que preocuparse por su tío, pues seguramente la tía Petunia se la pasaría de
nuevo en su habitación. Más tranquilo, disfrutó de las fotos riéndose con
algunas, intentando contar el tiempo por sí mismo, y de nuevo vinieron sus
pensamientos acerca de las chicas, al ver a Hermione, Ginny, y hasta Cho en
alguna de ellas. Se quedó mirando la de Cho algo apenado...Luego miró las de
sus dos mejores amigos, y las de los Weasley, yéndose sus ojos a la pelirroja
hermanita de Ron. Estaba viendo la de Myrtle, cuando su puerta se abrió azotándose,
y Harry se volvió para encontrarse a Dudley en la entrada con una tonta y
maliciosa sonrisa y sus ojillos perversos y hambrientos. Harry escondió el álbum
de inmediato. Con solo ver a su primo, comprendió su expresión y temiéndose
lo peor, se levantó (ahora le era casi imposible levantarse), y fue hasta él,
Dudley, asustado, se hizo para atrás. El
tema del quidditch lo siguió hasta el segundo piso, cuando comenzó con la
habitación de Dudley. ¿Quién sería el nuevo guardián?, no tenía ni la más
mínima idea. Luego, pensó en que a sus compañeros del deporte solo les
quedaba un año en Hogwarts, pues Angelina, Katie, Alicia y los gemelos Weasley
cursarían el séptimo año esta vez. Se imaginó como el único jugador de su
equipo en su sexto y séptimo año con algo de horror y tristeza, pues sería un
nuevo equipo totalmente y no podía evitar extrañar a sus compañeros. Le
gustaría que Ron se uniera al equipo, así al menos no se sentiría solo. La
habitación de Dudley le llevó tiempo y trabajo extra, así que tuvo que
acelerar el paso con todo lo demás del segundo piso, el baño, el pasillo...Al
menos su habitación propia estaba siempre más o menos, y como a nadie le
gustaba entrar pues no habría problema, a la de los tíos no se atrevió a
acercarse siquiera, no quería más problemas. Lo último que hizo, fue la
habitación de huéspedes, la cual siempre solía ocupar la tía Marge, hermana
de tío Vernon, a la cual, Harry había inflado hacía tres veranos, aquel
verano fue horrible, Harry había huído de casa. Solo recordar le dio escalofríos...Ojala
no se le ocurriera volver a la tía Marge porque si no... El
tema que pensó luego fue de nuevo en que haría al terminar Hogwarts. Tal vez
no era mala idea ser fotógrafo, o quizá periodista como la mentirosa de Rita
Skeeter...Harry notó que habían pasado varias horas y el tío Vernon no había
regresado aun de dejar a Dudley, y para él, se estaba haciendo tarde y aun le
faltaban varias cosas por hacer. Preocupado, bajó las escaleras leyendo la
lista. "Aun
me falta la parte de afuera de la casa, el jardín, lavar la ropa, ir de
compras...ay y el auto de tío Vernon...y ya está atardeciendo o anocheciendo,
ya ni sé...", venía afligido con ésto, cuando vio a tío Vernon entrar
sigilosamente, cerrando la puerta con mucho cuidado, traía algo entre manos, y
al ver a Harry casi salta y se muere del susto, escondiéndo lo que traía en
las manos miró al muchacho con furia en los ojos, bastante nervioso...Harry
percibió un leve olor a comida en el aire...a él que le importaba, pero se
quedó parado al pie de la escalera con la lista en la mano y viendo a su tío
desconcertado. Harry
decidió no decir ni hacer caso y pensó en terminar primero con la ropa, así
que mientras su tío se iba a la sala comenzó a lavar el montón de ropa y
mientras la metía en la secadora, miró por la ventana, con una parte del
cerebro ya dormida. Recordó a los seres de la noche anterior...Temía volver a
verlos ahora, por eso quería terminar antes de que fuese muy noche, no quería
hacer alguna otra "locura" con sus tíos tan cerca, de seguro que
ahora sí lo mataban...¿Quiénes eran? ¿Por qué no lo siguieron hasta la
casa? Trató de ver todo con más detalle en su mente...pero no lograba
comprender nada y sus ojos y cabeza y todo su cuerpo, se negaban a cooperar cada
vez más. Terminó
de doblar la ropa y separarla y se preparó para salir y terminar de una buena
vez, Harry tomó las cosas que necesitaba y salió. Afuera ya estaba más
oscurillo y aquello le dio pánico, no terminaría, así que más rápido y
extenuado que antes, fue hasta el jardín y comenzó a barrer, cortar, podar,
limpiar la banca, checar el seto...Iba más rápido, apurado por la luz que
amenazaba con la noche en unas pocas horas, su cuerpo ya no le respondía, sus
brazos ya se negaban a trabajar y un su cerebro estaba fuera de su ser en algún
otro lado. "Apresúrate, apresúrate...", se repetía una y otra
vez..."Ay que aun me falta el auto y las compras...¡La
cena!..."..."No voy a terminar, no voy a terminar..."..."No
debí comer ni descansar..."...Las mismas frases siguieron rondándole
mientras acababa al fin con el jardín y se ponía a barrer y limpiar la entrada
de la casa. La escoba más bien lo llevaba a él que él a ella, y al tenerla en
manos, pensó en su Saeta de Fuego, en estar montado sobre ella y volando y
sintiendo el aire en la cara...Aquel pensamiento lo hizo darse más ánimos y
agarró voluntad recordando la fiesta de la noche. "Sí se puede, sí se
puede..."..."Si tan solo pudiera usar magia"...Se puso a lavar el
auto de tío Vernon, con más cuidado y detalle pues de seguro eso sí lo
escudriñaría su tío al revisar su trabajo, estaba ya atardeciendo y
justamente estaba Harry más de memoria que presente, con ojos soñolientos y
mucha hambre y un cansancio enorme y frío, pensando en que debió ir de compras
primero que nada, que no deseaba estar fuera de noche y pasar lo de la noche de
su cumpleaños, cuando vio a la vecina de enfrente llegar y tratar de abrir la
puerta, mirándolo con algo de precaución y temor en los ojos, aun así por
cortesía, le sonrió. Harry le correspondió con una sonrisa leve y cansada. La
mujer intentaba abrir sin conseguirlo, pues no le quitaba los ojos de encima a
Harry, con o sin disimulo, con un creciente pavor en la cara. Harry continuaba
lavando el auto, sintiendo su mirada como un gran peso encima, sí,
definitivamente ella le creía un peligroso loco y desquiciado...no había duda.
"Y
que miedo me das", pensó Harry, viendo su expresión de miedo. Estaba
imaginando el lado cómico de ésto, con el 90% de su cerebro y cuerpo dormidos,
cuando algo llamó la atención de la vecina y de Harry. La Sra. Figg venía
hacia la casa de los Dursley con caminar pesado y cansado, pero con gesto amable
como siempre. La vecina la saludó al lograr abrir la puerta. La
vecina le dijo adiós con la mano y entró a la casa de inmediato. De seguro se
pondría a espiarlos por la ventana. La Sra. Figg se acercó a Harry, quien le
sonrió. Vio en su cara, una preocupación y cariño que lo extrañaron, ella
siempre era amable con él pero ahora se le notaba algo diferente, con más
profundidad. Harry
le hablaba pero la verdad no estaba muy concentrado, estaba como loco por dentro
tratando de terminar el auto. Ella
le siguió, Harry caminaba pesadamente, como ella. Llegaron
hasta la puerta y Harry la estaba abriendo, cuando la mujer, luego de una pausa
le habló. Harry
se extrañó de que le preguntara eso. Quiso contarle...pero recordó que era
una muggle. Ella le miraba preocupada, como si quisiera que él le dijera
algo... Ella
le miró antes de entrar, con unos ojos tiernos. Luego, desapareció tras la
puerta. Harry regresó al trabajo y forzó a su cabeza a continuar pensando en
esa pequeña plática. ¿Por qué la Sra. Figg creía que algo había pasado? ¿Era
por los gatos de verdad?, quizá hablaría con sus tíos para aclarar todo el
malentendido, y las llamadas del hospital...Pero ahora no debía dedicarse a
eso, tenía que terminar, luego tendría tiempo. "Ay, ya no siento el
cuerpo, ni los dedos..."...Cuando acabó con el auto, casi quiso llorar de
alegría al ver lo limpio y reluciente que lo había dejado y vio luego el jardín
y la entrada y se sintió satisfecho consigo mismo. "Bueno, solo quedan las
compras y la cena", pensó más esperanzado. Como estaba mojado y sucio,
entró a la casa y mientras se dirigía a su habitación alcanzó a ver a la
Sra. Figg y sus tíos en la sala, tomando té y conversando. Harry
decidió irse mejor y salió de la casa, comenzó a caminar con el cielo ya
oscuro y estrellado sobre su cabeza, no sabía ni como podía caminar todavía,
bostezaba constantemente y su mente se negaba a reflexionar sobre lo que ocurría.
Había traído la varita escondida, por si acaso....La Sra. Figg...aun no
comprendía porque ella insistía en que algo extraño había ocurrido
anoche...aunque le agradaba pensar que no estaba loco al saber que alguien más
sospechaba lo raro que fue el suceso... Lo
bueno era que lo que tenía que comprar no era nada complicado ni mucho y pudo
conseguirlo en el primer establecimiento que encontró abierto, estar en un
ambiente con tanta gente común y corriente le hizo sentirse ajeno a aquello,
precisamente con tantas cosas ocurriéndole alrededor y en la mente. Se apresuró
y dándose cuenta de la hora, aceleró el paso (según él) y se marchó a casa.
Al pasar por la casa de la Sra. Figg, vio a varios gatos en la entrada,
ronroneando y acostados. Disminuyó su lenta velocidad. Vio la casa...la ventana
por donde una lechuza había entrado...Se le vino a la mente la lechuza de
Hogwarts, a la cual no había podido atender debido a su castigo...Al estar
dejando atrás la casa, miró el lugar donde los seres habían aparecido. Ahora
estaba vacío, todo era una soledad...Y debido a la falta de luz en la casa, de
seguro la Sra. Figg seguía en casa de sus tíos. Presto a dejar la cosa atrás,
aceleró el paso no sin antes mirar de nuevo la casa. Fue ahí, en ese último
vistazo, que notó que los gatos ya no ronroneaban...Todos y uno en especial,
que más bien parecía un león pequeño y de ojos refulgentes, mezclado con los
demás y que le servía de disfraz, le miraban fijamente, como si fueses
personas. A Harry le recorrió un escalofrío y un estremecimiento. Fueron tan
fríos como el mismo viento que le pasaba por la cara. Aquella escena fue
espeluznante, así que reuniendo fuerzas les dio la espalda y se marchó con las
bolsas de compras, sintiendo aun más adelante, la mirada de los animales sobre
su espalda. Ahora entendía a lo que se quiso referir la Sra. Figg con sus
palabras... No
había dado cuenta de su cansancio hasta que llegó a casa. Precisamente tío
Vernon ayudaba a la Sra. Figg a subir al auto cuando él llegaba. Ella le sonrió
al verlo tan agotado y cargado de cosas. Tío Vernon miró a Harry. Le
dijo la mujer suavemente. El se acercó a la ventanilla del auto. Tío Vernon
los observaba detenidamente... De
nuevo, Harry se extrañó con sus palabras. Se quedó desconcertado...Ella tenía
una expresión seria y preocupada, pero amable al fin. Su
gesto cambió y le sonrió guiñándole un ojo, le hizo un gesto para que se
acercara y para sorpresa de Harry y su tío, ella le abrazó con mucho cariño y
le plantó un beso en la frente. Harry no sabía que decir o quizá era, que ya
no sentía tampoco la lengua. Tío
Vernon subió al auto y lo encendió. Harry los vio irse, la mujer le saludó
con la mano hasta perderse en la lejanía y oscuridad. Al volverse para entrar a
la casa, Harry vio a su tía mirando todo por la ventana. No pudo interpretar su
expresión. Entró
y dejó las cosas en la cocina, se estiró sintiendo dolor en todo el cuerpo y
se puso a acomodar todo. No podía olvidar su conversación mínima con la
anciana y la visión de los gatos observándole...Estaba terminando de acomodar
las cosas, cuando tía Petunia entró a la cocina. Harry
se quedó paralizado. Le pareció bastante raro aquel gesto de parte de ella,
tal vez ya le inspiraba lástima su sobrino. ¿Y si la Sra. Figg les había
pedido que lo dejasen ya? Harry
obedeció, ya ni se enojaba del cansancio que sentía, fue a su habitación, tomó
ropa limpia y se dio el baño. El agua tibia le hizo sentirse mejor y despejar
su mente extenuada, al grado de que no quiso pensar en nada mientras se bañaba
en aquel agradable ambiente. Regresó a su habitación y se sentó en la cama,
sabiendo que le sería imposible levantarse de nuevo. Su cuerpo, con casi
voluntad propia, lo jaló hacia atrás y Harry se recostó agradeciendo la
presencia del colchón. Los ojos se le cerraron y se quedó en silencio. Quería
dormir, pero era mejor terminar bien el día y cenar con sus tíos como broche
de oro, así que se obligó a permanecer despierto y se puso a ver el regalo de
Ron. La decisión fue buena, pues las fotos le llamaban mucha la atención y sus
ojos cansados pudieron verlas y admirarlas con detalle. Había pasado quizá
unas dos horas, cuando Harry se percató que la ventana estaba ya abierta, al
sentir el viento y vio a dos lechuzas entrando precisamente en ese momento, una
grande y bonita, y la otra pequeñita y ruidosa. Ambas se colocaron en su cama,
ululando felices y por primera vez, Harry recordó a Hedwig, quien parecía
haberse despertado con el ruido de sus iguales y las miraba con desafío,
aleteando en la jaula. Harry vio que uno era el sobre de Hogwarts, y lo hubiera
abierto pero le llamó la atención el otro sobre, que la traía Pig. Le pareció
muy pronto para que Ron le escribiera, que Pig llegara, así que tomó la carta
y la leyó. Harry: ¿Qué
crees?, ¡Hace un rato que a mis papás les llegó una carta de Dumbledore,
diciendo que podíamos recogerte mañana mismo!, supongo que él sospechó que
algo pasó y TU NO NOS QUISISTE DECIR, en fin, ¿No te da gusto?, pasaremos por
ti en la tarde, estate listo, iremos en auto pues no queremos darte más
problemas con tus tíos precisamente luego de que te castigaron. Esperanos, y
nos vemos mañana. Ron P.D.
Mis papás y todos estamos muy preocupados por ti. ¿Qué pasó en realidad? |
Continuará...
Autora: Mariana de Beauxbatons.