Harry Potter.
7
La mujer del Callejón Diagon A
la mañana siguiente, todos se tuvieron que levantar más temprano, pues irían
al Callejón Diagon y querían disfrutar el día. La Sra. Weasley les había
dicho que pasarían quizá uno o dos días en el Caldero Chorreante, y que verían
a los padres de Hermione de nuevo. Hermione había dicho que les había escrito
a sus padres para decirles donde verse y luego acompañarlos al Caldero
Chorreante. Anoche
se habían acostado muy tarde, habían jugado varias horas al quidditch en el
mismo lugar donde el verano anterior lo habían hecho para que nadie los viera
del pueblo, hasta la Sra. Weasley los había acompañado con un delicioso
paquete de comida (bastante por cierto, debido a todas las bocas a las cuales
alimentar), y aunque el Sr. Weasley y Percy habían llegado ya al final del
juego, parecieron divertirse y distraerse con las tonterías que vieron. Harry,
quien no había visto a Percy, parecía una imitación joven del ya fallecido
Barty Crouch, pero con un cansancio en el rostro, como su padre de tanto trabajo
y ese orgullo de saberse útil y poderoso. Lo saludó como siempre, con gran
educación, (exagerada educación), y dijo a Harry que aun tenía pendiente su
regalo, Harry le dijo que no era necesario, avergonzado por otro perspectiva de
un regalo más. En
el quidditch, el equipo de Ron había resultado ganador de la apuesta, por lo
que Ron estaba de muy buen humor y deseoso de ir al Callejón Diagon a gastar su
parte. Ron había jugado de guardián, con Harry de buscador, Bill de cazador y
Hermione de golpeadora (lo cual fue un milagro, que ella se animase a jugar). En
el otro equipo, Charlie había sido el buscador, Fred el cazador, George de guardián
y Ginny la golpeadora. Habían tenido que hacerle ciertas modificaciones por
faltarles participantes a cada equipo, y las pelotas del deporte eran
imitaciones, creaciones de los Sortilegios Weasley. La snitch, por ejemplo,
cuando sentía a un cazador cerca, echaba un humo espeso que penetraba a la
garganta como pimienta, por lo que Harry y Charlie habían terminado casi sin
voz. La quaffle, al acercarse Bill o Fred, lanzaba chispas multicolores que se
iban directamente a los ojos, por lo que terminaron casi ciegos. La Bludger,
pelota para Hermione y Ginny, lanzaba esferitas como canicas que se iban contra
ellas haciéndoles cosquillas y buscando tirarlas de las escobas. Y los
guardianes, Ron y George, tuvieron que lidiar con los tres aros (más
Sortilegios Weasley) que al sentir que una quaffle los atravesaría, soltaban
chillidos leves y trataban de moverse, por lo que cada jugador tuvo que
encontrarle la manera al juego con semejantes objetos, y pasaron mucho momentos
graciosos que los partieron de risa y alargaron el partido. Tan contentos
estaban, que al regreso a la Madriguera, Harry se comió los dulces que Hagrid
le había enviado y les dio a los demás. Ron,
feliz por el triunfo, no se molestó siquiera por levantarse temprano. El
desayuno fue rápido, con la Sra. Weasley diciéndoles que se apuraran, que tenían
que irse y que ese día, su esposo y Percy tendrían más tiempo libre del
habitual para pasarla junto a ellos. Se les unirían en la comida. Así que no
pudieron conversar mucho y comiendo velozmente, todos se fueron a arreglar y bañar
y escoger las cosas que llevarían al pequeño viaje, pues luego volverían a la
Madriguera para quedarse hasta el 1 de Septiembre, cuando debían abordar el
tren a Hogwarts. Ron le prestó un tipo mochila a Harry, para que guardara lo
que pensaba llevarse al Caldero Chorreante. Mientras empacaban, y Fred y George
hablaban en un rincón de la habitación muy sospechosamente, Ron le recordó a
Harry algo que había olvidado por completo. Harry
la buscó entre las cosas del baúl que no llevaría y la abrió rápidamente. Venía
la nota común de la Profesora McGonagall, subdirectora del Colegio y maestra de
Transformaciones indicándole la fecha y hora de salida del expreso de Hogwarts
de la estación. Pero Harry le puso más atención a la nota de los materiales
que necesitaría para el próximo curso. Libros: Materiales: Nota:
DEBIDO A LOS POSIBLES CAMBIOS Y AUMENTO DE TIEMPO CLASE EN HOGWARTS EN ESTE
CURSO, A LO LARGO DEL AÑO PUEDE QUE LOS PROFESORES DECIDAN PEDIR ALGÚN LIBRO O
MATERIAL EXTRA, POR LO QUE LOS PEDIDOS SE HARÁN DIRECTAMENTE DE HOGWARTS POR EL
PROFESOR. También
se les pide que traigan a Hogwarts, como el año pasado, una túnica de gala. SE
LES RECUERDA QUE RENUEVEN SU UNIFORME SI ES NECESARIO Y LOS MATERIALES QUE YA NO
TENGAN DISPONIBLES. -
¿Una túnica? Ron
se le quedó viendo preocupado a Harry, quien estaba con la carta en manos,
pensativo y lejano. Fred y George se acercaron también cambiando miradas con
Ron, serios. Harry
notando que ellos querían animarlo, prefirió no comentar que esas notas podían
deberse a lo ocurrido el año pasado, al regreso de Voldemort...tal vez,
Dumbledore quería que sus estudiantes estuvieran mejor preparados por si algo
pasaba... Fred
se rio seguido de su gemelo. Adivinación...Harry solo pidió que este año no
tuviera que ver ya más nada estando en esa clase... Ya
que todos estuvieron listos, bajaron a la sala, donde la Sra. Weasley los
esperaba para irse. Los dos magos-choferes de la otra vez del Ministerio,
estaban ahí, por lo que viajarían en auto. La Sra. Weasley dijo apenada que ya
no tenían polvos flu, y como no podían aparecerse todos, no tenía caso
separarse en grupos para irse. Bill y Charlie parecieron felices de irse en auto
junto a los demás que aparecerse, como seguramente Percy lo haría y su padre.
Así que subieron todas las cosas a los autos, y tomaron su lugar como la vez
anterior. El asiento les quedó grande a Hermione, Harry y Ron, son el Sr.
Weasley. Ella
le sonrió y Harry le respondió igual pendiente a la mirada de Ron, pero esta
vez, él estaba entretenido contando el dinero de la apuesta. Gracias
a los autos mágicos, llegaron pronto al Caldero Chorreante en Londres. La Sra.
Weasley les agradeció a los dos magos muchas veces apenada por las molestias.
Hermione dijo que iría por sus padres pues les había dicho que los vería en
otro lugar cerca, así que Harry se ofreció a acompañarla junto a Ron, quien
iba muy emocionado por andar como un simple muggle en las calles de Londres.
Luego de que su madre les dijo bastantes veces que se cuidaran y no se tomasen
mucho tiempo, los tres salieron al mundo muggle en Londres dejando a los demás
en el Caldero Chorreante a instalarse. Ron iba viendo todo muy contento, la
verdad hacía mucho que ni Harry ni Hermione lo veían así, y claro está, debía
ser por la apuesta ganada y el paseo. No habían vuelto a tocar el tema sobre lo
ocurrido en Privet Drive desde que Harry les había contado todo y en cierta
forma, Harry lo agradecía, aunque sabía que no podían olvidarlo así nada más.
Se detuvieron en una esquina, cerca del Caldero Chorreante, el cual era como
invisible para los muggles. La gente y los autos seguían su rumbo de vida
normal. Harry
dudó si contarles a ellos sobre sus sueños o no, o sobre su tía y la Sra.
Figg, sobre los gatos...Pero llegaron los padres de Hermione y no pudo hacerlo,
o no quiso hacerlo. Sus dos amigos se veían muy preocupados...Los padres de
Hermione los saludaron, y Harry se rió interiormente al ver como Ron cambiaba
de actitud a un disfraz "percysta" bastante perturbador. Se puso serio
y habló educadamente respondiendo su saludo. Hermione parecía también haber
notado el cambio porque lo miró con unos ojos abiertos como platos de asombro.
Sus padres le dieron la mano amables pero nerviosos, y luego saludaron a Harry,
él sonrió y los saludó y quizá porque Harry era parte muggle y ellos lo sabían,
parecieron más tranquilos con él que con Ron. Harry
y Ron se miraron con una sonrisa penosa y sonrojados por el comentario, aunque
Ron parecía bastante feliz por las palabras. Luego
de la leve plática, marcharon rumbo al Caldero Chorreante. Los padres de
Hermione seguían a Hermione quien iba adelante algo reservada. Harry y Ron iban
detrás de los Sres. Granger. Iban comentando sobre lo que pasaría en Hogwarts
este curso cuando a Harry le llamó la atención una extraña figura ataviada
con una capa color roja y un sombrero común y corriente tejido gris, que
cargaba una cesta con lo que parecía un gato dentro. Por el andar de la figura,
parecía ser una persona mayor, aunque Harry no supo si era hombre o mujer, pues
traía unos lentes oscuros grandes y redondos que le cubrían la cara y no se le
veía pelo o lo traía recogido dentro del sombrero, además de que estaba algo
lejos, en la acera de enfrente. Harry miró el cesto entre sus manos, algo
pesado a la vista y supo que tenía razón, aquello era un gato, pues salía un
cola esponjosa meneándose de un lado a otro. Aquella cola le recordó a Harry a
Crookshanks, (el gato de Hermione desde el verano antepasado, quien había
estado en la Madriguera paseando de un lado a otro como vigilante y a quien
Hermione se había traído al pequeño viaje luego de que el gato se metió en
su cesta obligándola a traerlo con una mirada muy conmovedora y maquiavela) y
mientras pensaba en ello, la figura se volvió a Harry y le sonrió para luego
caminar junto a un grupito de gente y perderse. A Harry aquella sonrisa se le
hizo conocida... La
voz de Ron se hizo de nuevo presente y comprensible y Harry le puso atención de
nuevo, agradeciendo que su amigo no se diera cuenta de su distracción. Ron
siguió hablando muy contento, Harry solo se dispuso a escucharlo, sonriendo y
asintiendo y deseando regresar al Caldero Chorreante. Quería dejar todas las
preocupaciones atrás, ¿Y qué mejor que el Callejón Diagon? ------------------------------------------------------------------------------------------------------------------- Al
regresar al Caldero Chorreante, el Sr. Weasley ya estaba ahí junto a Percy y su
esposa. En cuanto vieron a los padres de Hermione, los saludaron como viejos
amigos (los padres de Hermione ya estaban al parecer más habituados al hecho de
que su hija fuese bruja y frecuentara esos lugares) y los invitaron a tomar algo
mientras daba la hora de la comida, para después ir a Gringotts por dinero y
luego a comprar lo que les hacía falta a sus hijos. El Sr. Weasley le dijo a
Harry que hablarían después, con algo de seriedad, y Harry supuso de que quería
hablar. Percy pese a estar de descanso, se quedó en una mesa con varios
pergaminos trabajando y saludó amablemente a los Sres. Granger para luego
seguir con sus asuntos. Harry vio a las dos parejas de padres conversando
alegremente y sintió un vacío y una tristeza dentro. Se imaginó a los suyos
compartiendo aquel momento con los padres de sus mejores amigos y solo pudo
sonreír con melancolía. Cuanto le había quitado Voldemort en aquella noche... Trató
de disimular ese sentimiento frente a los demás y salió con Ron, Hermione y
los demás Weasley al Callejón Diagon a ver las tiendas y puestos. Todos se
dirigieron a la tienda de Artículos de Calidad para el Juego del Quidditch,
Harry iba al final del grupo viendo todo con curiosidad y atención, las cosas y
tiendas nuevas o que no recordaba del lugar, ya que el año pasado no había
venido por ir a los Mundiales de Quidditch, y también recordando como extrañaba
ese mundo, precisamente los veranos. Hermione y Ron parecía que iban
discutiendo sobre que compraría ella con lo ganado en la apuesta, pues quería
un libro y Ron le decía que ya tenía suficientes, Harry solo los escuchaba atrás
de ellos moviendo la cabeza con una sonrisa y a veces una risita al verlos
discutir y a Ron decir cosas que no se comparaban con las inteligentes de
Hermione. Fred y George iban por delante hablando en murmullos, y luego Bill,
Charlie y Ginny (Charlie les hablaba de un dragón que casi lo fulmina o algo
por el estilo). Harry iba a hacerle un comentario a Hermione (para apoyar a su
amigo), cuando algo inusitado pasó. Harry
se sobresaltó al escuchar aquella voz junto a su oído, se detuvo de improviso
mirando a todos lados, buscando la fuente de la voz. Hermione y Ron siguieron
caminando y peleándose, y Harry se percató de que no la habían escuchado. Era
una voz humana y pausada, de mujer...A su alrededor, pasaban muchos magos y
brujas de diferentes edades conversando o simplemente mirando el lugar y viendo
que comprar o que ver, eran muchos y Harry solo los sentía pasarle por un lado,
tranquilos o diciéndole que se apartara. Era como si Harry estuviese en un sueño,
donde todo lo demás estaba a otro ritmo de vida y tiempo y él no, como si esa
voz lo llamase en un tipo de trance especial...De nuevo sintió esa neblina y
esos sonidos y voces lejanos e incomprensibles y una extraña sensación de pérdida
de su persona. Comenzó a caminar en búsqueda de la voz, pensando que luego vería
que decirles a los otros. No volvió a escuchar la voz y decidió mejor
alcanzarlos, quizá había sido su imaginación...pero Harry
creyó entender de donde venía la voz a su oído y se dirigió a una tiendecita
de entrada pequeña y casi imperceptible, al grado de que nadie se paraba ahí o
no veían la diminuta entrada, buscando un anuncio del nombre del lugar pero
nada. Se asomó despacio y cauteloso y en las penumbras vio a una mujer sentada
frente a una mesa redonda y pequeña de madera vieja. La mujer estaba muy
quieta, vestida con una túnica negra de tela que brillaba a contraluz pero de
apariencia algo antigua, con las manos entrelazadas sobre la mesa. No era una
mujer joven pero tampoco muy vieja, y llevaba adornos con flores en la cabeza, y
al ver que las flores estaban vivas como recién cortadas, Harry supuso que se
debería a algún hechizo o no eran flores ordinarias. Las flores tenían pétalos
azules como el cielo y adornaban el cabello suelto de la mujer, largo y lacio y
de un color castaño oscuro que caía por sus hombros y su espalda. Era
notablemente pálida y delgada, pero lo que más llamaba la atención pese a su
aspecto frágil y raro, eran sus ojos... de un azul tan bajo que se confundía
con el blanco de los ojos, dándole un aspecto de ceguera. Harry pensó mejor en
marcharse y se dio la vuelta. Su
voz pareció anclarlo en el suelo. Harry se volvió a ella y le miró con
desconfianza, no supo porque pero le recordaba a la profesora Sybill Trelawney,
de adivinación. Para colmo, ella sonrió cuando ese pensamiento cruzó la mente
de Harry. Harry
no muy convencido pero atraído por su voz y su mirada extraña, obedeció
tomando lugar enfrente de ella, en una silla de madera que hizo mucho ruido. Al
analizarla mejor y tenerla más de cerca, Harry creyó que sí estaba ciega,
pues tenía una mirada como perdida. Ella
le hablaba suave y calmada, sin fijar la vista en él y sonriendo continuamente. Harry
se sonrojó un poco al pensar en Ginny. La mujer sonrió. De
nuevo Harry guardó silencio. Ella no le dejaba hablar o no quería hacerlo
deliberadamente, y solo le cuestionaba...aquello no le agradaba para nada... Harry
abrió la boca pero no pudo articular palabra. ¿Cómo sabía eso? y lo más
sorprendente, ¡Ella había dicho el nombre de Voldemort sin temor! Ella
guardó silencio un momento, y su rostro se puso serio y preocupado. Harry no
sabía que decir...sus palabras lo tenían intrigado...¿Por qué sabía que
eran verdad? Harry
quien solo se había mantenido escuchando con incredulidad, se levantó del
asiento sin articular palabra, mirándola con un gesto serio y perturbado. Todo
lo que ella decía... Hermione
y Ron le llegaron por detrás sobresaltándolo. Ron le dio una palmada en la
espalda. Harry se volvió a ellos, su amigo lo notó preocupado y su sonrisa se
fue de su cara, pero Hermione miraba a la mujer con desconfianza y
escrutinio...Harry supuso que ya sabría que era algo como una adivina, y que
eso le enfadaría. Solo
cuando estuvieron bastante lejos de la tiendecita y la adivina, Hermione se
atrevió a hablarle a Harry al verlo tan serio y preocupado, Ron también le
miraba de reojo sin saber muy bien que decir. Siguieron
discutiendo sobre adivinación hasta que llegaron a Artículos de Calidad para
el Juego de Quidditch, donde los hermanos de Ron aun estaban mirando todo.
George y Fred estaban hablando con el propietario muy sospechosos y juntitos,
como temiendo que los escucharan, el hombre asentía con rostro pensativo. Como
se entretuvieron mucho en la tienda de quidditch, les dio la hora de la comida,
por lo que se apresuraron a regresar al Caldero Chorreante. Estuvieron viendo
todo encantados por los muchos artículos, pero al parecer, ni Ron, ni Bill o
Harry sabían bien que comprar con lo de la apuesta. Harry sabía que él no tenía
la mente precisamente en ese lugar, pero Ron y Bill querían ver más opciones.
Sino encontraban algo más que los interesase, volverían a la tienda por lo que
les gustó. En cuanto a Hermione, definitivamente compraría al parecer un
libro. Camino al Caldero Chorreante, Harry y Ron le hicieron plática a Hermione
sobre asuntos ya pasados. Los
dos asintieron. Ella
se puso algo nerviosa y colorada, y con una mirada enfadada por Ron, sin
mirarlos, tardó en contestarles. Hermione
cambió drásticamente de actitud y sonrió algo perversilla. Ellos
la miraron con algo de reverencia. No era bueno meterse en el camino de
Hermione...Hermione había descubierto que Rita Skeeter era una animaga no
registrada, lo cual era un delito para el mundo mágico, así que se había
valido de eso para obligarla a dejar de escribir cosas horribles y mentiras
ponzoñosas, al atraparla como escarabajo y encerrarla en un frasco con un
encantamiento irrompilizador para que no se pudiera transformar y se estuviera
calladita un año entero. Harry se preguntó que sería capaz de hacer si su
novio hiciese algo indebido... De
nuevo Voldemort. Y Ron tenía razón, Harry notaba cierta preocupación latente
en el ambiente y en el rostro de los magos y brujas que veía, o una seriedad u
optimismo nervioso. Se preguntó como le iría este año en la escuela, luego
del final tan abrupto y fuerte del Torneo... Llegaron
al Caldero Chorreante. Hermione y Ron aun venían algo molestos, y Harry decidió
mejor no decir ni pío. Se adelantó para alcanzar a los otros pensando de nuevo
en la adivina rara y se decidió a pasar de nuevo por el lugar después...a lo
mejor ya no estaba...Venía pensando en ésto, cuando se topó con alguien más
alto que él. Harry
levantó la vista y se quedó de a cuatro cuando vio de quien se trataba.
Hermione y Ron llegaron hasta él y se detuvieron igual de sorprendidos. Era
Krum. Viktor Krum. Se dirigió a ella con su habitual rostro reservado y le dio
un beso en la mejilla como un gran caballero. Hermione sonreía nerviosa sin
poder articular palabra. Harry también estaba sorprendido con la boca abierta
viéndolos, y cuando miró a su amigo, se quedó más sorprendido y asustado.
Ron estaba rojo del coraje, tenso y como maniquí viéndolos con ojos asesinos,
si fuese un cohete, ya estaría echando humo, pensó Harry, atemorizado ante la
mirada de asesino de su amigo para el jugador del equipo de Bulgaria. "Si
las miradas mataran...", definitivamente Krum ya hubiera caído muerto.
Harry miró a Hermione, quien en ese momento le preguntaba que hacía ahí con
actitud dulce y nerviosa...Algo se le levantó por dentro, una sordera se apoderó
de él por unos segundos...Volvió la mirada al Caldero Chorreante no queriendo
mirar más aquello... Krum
había impresionado a los padres de Hermione como el mismo Ron. La comida fue en
un nuevo lugar del Callejón Diagon, llamado "La Cuchara Mágica",
donde servían todo tipo de comida internacional muggle. El estar al aire libre,
creía Harry, había servido para que el viento calmara los ánimos caldeados de
su amigo y de él mismo. Los padres de Hermione y Ron estaban sentados juntos
(en una mesa adentro del local, junto a la ventana) conversando y los
comentarios que hicieron sobre Krum, hicieron que a Ron y Harry les creciera mágicamente
las orejas sin ningún hechizo por unos minutos. Charlie, Bill, Percy, Krum,
Hermione, Ron, Harry, Ginny, George y Fred estaban a la misma mesa, bajo una
palapa enorme con dibujos de cucharas tocadas por varitas que relucían contra
la luz débil de sol, pues estaba nublado y quizá llovería como el día que
Harry viajó a la Madriguera. Bill
y Charlie conversaban animadamente sobre sus condiciones y prestaciones de
trabajo, Fred y George seguían con sus conversaciones en murmuros, Percy y Krum
habían establecido una pequeña conversación sobre los asuntos de Ministerio
(en realidad solo Percy hablaba y hablaba y Krum asentía. Ron no había dicho
mucho y comía sin quitarle la vista a la parejita (que de colmo se había
sentado junta). Hermione tampoco decía mucho, y parecía más ocupada comiendo
el plato de pasta italiana que cualquier cosa. Harry, quien estaba del lado de
la mesa de enfrente de Krum y Hermione, solo comía también en silencio
pensativo. Pero él pensaba en la adivina. Y en lo ocurrido en Privet Drive.
Ron, por su lado derecho, no parecía darse cuenta de su distracción. Ginny por
su lado izquierdo, le preguntó algo que lo sacó de sus pensamientos. Ginny
fijó su mirada donde la tenía Harry. Harry
no supo que contestar. Ginny no insistió. Krum en ese momento había dejado a
Percy y se había vuelto a Hermione, quien conversaba con un Ron algo
indiferente. Al ver a Krum interesado, Ron había cambiado de cara literalmente
y le siguió la conversación a Hermione, quien estaba confundida por su
actitud. Algo incomodaba a Harry... |
Continuará...
Autora: Mariana de Beauxbatons.