Harry Potter.
8
La amenaza de los Mortífagos Solo
hasta unos minutos después, Harry se dio cuenta de la tontería que había
hecho al pedirle a Ginny que lo acompañase. No había pensado que sería incómodo
para ella estar con él, ni si ya había terminado de comer o quería quedarse
con los demás en el lugar, y tampoco en que si llegaba a encontrar a la mujer
adivina, Ginny escucharía las cosas que él deseaba saber y preguntar y sobre
todo, las que la mujer le diría. Y él iba tan concentrado en sus pensamientos,
que no se percataba que ella le seguía en silencio. Además, ya pensando todo
ésto, hasta él se sentía extraño con ella como compañía, casi nunca
hablaban y menos estaban solos. ¿Por qué le había pedido que lo acompañara?,
Harry no tenía ni idea. Solo recordó que al estar ante la mesa, había sentido
deseos de irse y la pregunta había salido de su boca antes que de su mente. Harry
sonrió un poco incómodo como ella ante la situación. Pensaba si era bueno
llevarla consigo hasta la adivina... Ella
se volvió a él con un interés especial en los ojos. Luego
de un breve silencio, Ginny dijo algo más. Ella
le sonrió de nuevo con ojos tristes y luego bajó la mirada entrelazando las
manos. Harry la miró con un gesto dulce, y pensó que bueno que ella no le había
visto... Habían
llegado hasta la tiendecita de la adivina, pero estaba vacía como Harry ya había
pensado. No creyéndolo, se acercó a mirar todo más de cerca, estaban la mesa
y las sillas, pero no la mujer. Ginny algo renuente se acercó como él y miró
todo con ojos algo sorprendidos. Pero
en realidad, no lo haría. Ya podía imaginarse sus caras de burla o preocupación
si les preguntaba por un personaje tan extraño. Decepcionado, Harry suspiró. Los
dos comenzaron a alejarse del pequeño lugar. Como ya era más tarde, había un
poquillo de más gente, magos y brujas en todo el Callejón Diagon. Hasta
entonces, Harry se percató que cuando las miradas se posaban en él, había
ciertas expresiones en el gesto de todo ellos, distintos y especiales. Algunos
volvían inmediatamente la mirada, otros le sonreían como si pensaran que algo
malo le ocurriría, otros le veían angustiados con ojos brillantes...Claro,
ahora que Voldemort estaba de vuelta, Harry era su más preciado enemigo y
objeto para destruir. Draco
Malfoy les salió a la vista deteniéndolos. Estaba como siempre, riéndose y
buscando algo de que burlarse y molestar a Harry, pero esta vez tenía cierta
confianza rebosante en su malicioso rostro. Miraba a Ginny de arriba a abajo con
una sonrisita burlona y unos ojos despreciativos. Harry
temblaba de ira de pies a cabeza, furioso por la forma en que él se expresaba
de Hermione, Ginny y los Weasley. Tenía demasiadas cosas en la cabeza que
deseaban explotar de alguna manera y golpear a Malfoy no sonaba tan mal, en
realidad era algo muy satisfactorio de imaginar, además, no estaban sus estúpidos
amigotes, Crabbe y Goyle. Fue
suficiente. Harry se abalanzó contra él y agarrándolo por el cuello le dio un
tremendo golpe en la cara que lo lanzó contra el muro. Ginny pegó un grito y
se cubrió la boca para luego ir hasta Harry diciéndole que no le hiciera caso
y que por favor se fueran, jalándolo por la manga de la gran sudadera. Pero
Harry no escuchaba, y Malfoy trataba de defenderse con una sonrisa estúpida,
lográndolo al golpear a Harry en el rostro con un golpe algo torpe pero
certero, que rompió los lentes de Harry, dejándoselos colgando de una oreja.
Era raro que no estuviera aterrorizado, estando solo, Harry pensó que así sería,
pero Malfoy estaba...muy confiado. Los
dos se estaban dando de trancazos mientras Ginny intentaba detener a Harry, las
personas comenzaron a reunirse alrededor de ellos, otros los vieron y los
ignoraron, cuando dos pares de brazos fuertes los separaron rápidamente con
algo de esfuerzo. Malfoy seguía riéndose en brazos de su padre, el mismísimo
Lucius Malfoy, quien vio a Harry fijamente con ojos fríos y maliciosos. Harry
se debatía entre los brazos de Florean Fortescue, quien seguramente había
salido de su heladería al ver tremendo embrollo. Ginny tenía la boca cubierta
con sus manos y miraba alternativamente nerviosa y asustada a los Malfoy con
algo de reserva y luego a Harry con algo de preocupación. Malfoy hizo ademán
de querer golpear de nuevo a Harry. Lucius
Malfoy logró calmar a su hijo con las palabras. Harry también ya estaba
tranquilo, se volvió al Sr. Fortescue y le pidió disculpas para luego darle
las gracias. El hombre parecía muy afligido, lo miraba con preocupación,
preguntándole si estaba bien. Ginny
fue hasta Harry y le miró preocupada. Lucius Malfoy se acercó a ellos, dejando
a su hijo quien sonreía golpeado pero divertido con aquello, luego le habló a
Harry con voz dura y mirada envenenada. Con
un rostro más serio y mirando disimuladamente a todos lados como para ver si
alguien lo miraba, Lucius Malfoy se volvió a dirigir a Harry, quien lo
escuchaba serio y enfrentándolo con la mirada fija en él. Se
sacudió la ropa y luego miró a Ginny...Se inclinó hasta ella con un gesto
terrible en el rostro de burla y desprecio. Ginny
se aferró al brazo de Harry y éste aun hirviéndole la sangre, se puso ante
ella alejándola de Lucius Malfoy, abrazándola como protegiéndola, ella se
refugió en sus brazos dándole la espalda al hombre. Lucius Malfoy se fue hasta
su hijo y le indicó que caminara. Draco Malfoy se rió por última vez de Harry
y Ginny y comenzó a caminar. Lucius Malfoy le hizo una seña a Harry, la clásica
de "morirás" y luego se fue tras su hijo con aire imponente. Harry
sonrió tratando de que Ginny se calmara y funcionó, ella también sonrió aun
algo nerviosa. Después ella algo dudosa le acarició el rostro donde ya los
golpes aparecían y le intentó acomodar los lentes, Harry la vio algo apenado
por el gesto (aunque solo su ojo derecho veía bien, el otro estaba algo nublado
por la falta del lente correspondiente). Los
dos se sonrieron y regresaron a La Cuchara Mágica. _______________________________________________________________________ -¡Válgame
el cielo! Luego,
inmediatamente, se habían llevado a Harry y Ginny a sentar y a él a curarle
los golpes. La Sra. Halley, dueña del restaurante, había traído una sustancia
mágica color amarilla y olorosa a jazmín para que la Sra. Weasley se la
pusiera a Harry en la cara. Antes, con un golpecito de su varita mágica en el
recipiente de la sustancia, la preparó y dijo que en cuanto Harry la tuviera en
la cara, le ayudaría con los golpes. Parecía muy preocupada también por el
altercado. Todos los hijos Weasley hablaron alabando a Harry y todos discutían
sobre los Malfoy, los Granger prefirieron guardar silencio y observar. -
¡Bien hecho Harry! Hasta que uno de nosotros le partió la torre a ese
presumido de Malfoy, Dijo
orgulloso Fred. El Sr. Weasley por el contrario estaba muy preocupado por lo
ocurrido, pensativo y silencioso, Harry había tenido que decirle que Lucius
Malfoy había estado ahí y había hablado con ellos, amenazante, pero no tanto
por él, sino por la seguridad y protección de Ginny. ¿Pero
que hacían los Malfoy tan pronto aquí?... Charlie
estaba muy enojado por ello, como Bill y sus demás hermanos, Ron estaba que se
moría de coraje, y Hermione veía a Harry muy angustiada como la propia Sra.
Weasley. Krum se limitaba a escuchar con su habitual gesto serio, a un lado de
Hermione. Harry
asintió algo apenado por aquello. Hubo total silencio y atención en los demás. Fred,
George y Ron hicieron un gesto general de desacuerdo, considerándose excluidos.
El
hombre le sonrió, quizá al ver a Harry tan angustiado y preocupado pensando
que tenía razón y solo había conseguido empeorar las cosas y afligir más a
los demás por su culpa. Ahora, iremos a comprar las cosas para el cuarto curso,
primero a Gringotts y mañana por la mañana, muy temprano, nos iremos a casa. Todos
le hicieron caso y Harry se quedó con los Sres. Weasley y Granger, y un Krum
silencioso. El Sr. Weasley usó su varita y un segundo estuvieron sus lentes
como nuevos, se los entregó a Harry. Al
marcharse, la Sra. Weasley se acercó a Harry. Ella
le guiñó un ojo. Harry sonrió. Así
pues, marcharon todos juntos, incluso Krum, ya que regresaron los otros a
comprar las cosas para el curso siguiente. Fueron a Gringotts por el dinero, (de
nuevo Harry se sintió mal al ver lo poco que tenían los Weasley a comparación
de él, aunque era algo más que antes y ésto lo alegró, tenían más oro y
supuso que se debía en parte a Fred y George quizá, tendría que ver) y los
Granger cambiaron su dinero muggle como siempre. Primero fueron a Flourish y
Blotts por los libros y las barajas de Harry, Ron y Hermione, y los
correspondientes a Fred, George y Ginny. El propietario los atendió rápidamente,
con esa tensión ya conocida en todos por lo que ocurría respecto a Voldemort.
Hermione se situó en medio de Ron y Harry al ver que les habían entregado la
baraja de Lucy Clover y el libro "Las verdades que revelan las
cartas". Miró los objetos con algo de desdén. El
paquete de barajas venía en una caja de madera a la medida de éstas (las
cartas serían de unos 15 cm de largo por 8 cm de ancho), de color oscuro, con
muchas chispas de diferentes colores que a la sombra brillaban intensamente y
semejaba un pedazo de cielo nocturno. La cajita era lisa y barnizada por algo
especial al contacto, y en la tapa principal traía con letras doradas "Las
Barajas Mágicas de Lucy Clover" sobre el dibujo de un trébol
precisamente, en sobrerrelieve. El libro era del tamaño de un cuaderno pequeño,
de tapas gruesas del mismo color y con las chispas del paquete de cartas sobre
ellas. Las hojas parecían de pergamino viejo y arrugado, aunque solo era una
presentación, y traía del mismo modo el título del volumen en letras doradas
y el extraño trébol en sobrerrelieve. Los
dos rieron ante la mirada asesina de Harry y la sonriente de Ron. Luego se
alejaron de nuevo hablando en murmullos. Ya que compraron todo lo que les hacía
falta, como pergaminos, plumas, tintas, sustancias para pociones...se dirigieron
con Madame Malkin para comprar las túnicas. Esta vez los Weasley estaban muy
entusiasmados con la idea pues todos tenían ideas sobre que tipo de túnica
querían y sobre todo, nueva. Como Ron ya tenía la suya ("¿Cómo iba a
creer que Fred y George me comprarían una por adelantado y que la podría
escoger por catálogo, Harry?"), se dedicó a ayudar a Harry a escoger la
suya. El Sr. Weasley y El Sr. Granger sintiéndose ajenos al mundo de las
compras, se quedaron en la entrada del local platicando. La Sra. Weasley y la
mamá de Hermione estaban en la zona de túnicas femeninas junto con Ginny y
Madame Malkin. Bill y George andaban con los gemelos viendo las túnicas que éstos
escogían (burlándose más bien), y Percy estaba indeciso entre dos túnicas
bastante sobrias. Cuando Harry y Ron estuvieron cerca de él, no pudo
contenerse. Los
dejó yendo hasta donde estaba su padre y el Sr. Granger, para pedir su opinión
con las dos túnicas en las manos. Harry y Ron continuaron viendo las túnicas
de gala. Era
evidente para Harry, que Ron estaba muy preocupado por la seguridad de su amigo. Y
también era evidente que podría tener razón Ron...¿Vendrían solo a comprar
los materiales para el Colegio?...¿O tenían otra razón que involucraba a
Voldemort...o a Harry? ¿Lo estaban espiando? Como
Harry no podía decidirse por ninguna, fueron los últimos en quedarse en la
tienda con ese pendiente. Harry tenía la cabeza en otra parte y también parecía
que Ron. La Sra. Weasley se ofreció a ayudarlos, ya que ella había elegido la
de Harry el año pasado, y él aceptó gustoso, así que en un momento miró
toda la variedad y le escogió una muy elegante y agradable de color gris acero.
(Ron no pareció muy de acuerdo con las de colores azules, seguramente porque la
suya era azul). Ya
con todo lo faltante comprado para Harry, Ron, Hermione, Ginny, Fred y George,
además de Percy y lo que se les ocurrió a los demás, ya cuando atardecía,
terminaron las compras y se dirigieron a tomar un helado, no sin antes pasar de
nuevo por Artículos de Calidad para el Juego de Quidditch, donde Ron compró el
paquete de tarjetas de los equipos de Gran Bretaña. Harry se compró el libro
sobre Los Mundiales de Quidditch del año pasado para recordar, y Bill prefirió
pasar al Emporio de las Lechuzas y comprarse una lechuza hembra de color pardo
que decía que casi le hablaba con los ojos diciéndole "Llévame a
casa", lo que causó una risa general, incluso de los Granger que parecían
estar divirtiéndose mucho. Pero a Bill no le importó y compró la lechuza de
ojos azules muy claros, que era precisamente nueva en el negocio. Luego se
dirigieron a tomar un helado, ya estaba atardeciendo. Ahí
se encontraron con Krum y Hermione, quienes en una mesa para dos, conversaban
calmadamente, aunque a veces ella sonreía y reía contenta y para sorpresa de
Harry, hasta Krum dejaba entrever una sonrisa que cambiaba radicalmente su
rostro usualmente hosco. Se veían contentos...antes de que la extraña sensación
de incomodidad y coraje ahogaran a Harry como sucedía ya desde hace rato con
Ron, Harry recordó que le debía un helado a Ginny, así que fue hasta ella y
le remembró su promesa (lo que iluminó extrañamente el rostro de la Sras.
Weasley y Granger, ya que sus esposos seguían conversando sobre artículos e
inventos muggles a petición del Sr. Weasley, e hizo que todos los demás
miraran a Harry extrañamente con sonrisitas burlonas y guiños de ojos, a
excepción de Ron, quien espiaba discretamente a la pareja Krum-Hermione y
Percy, quien murmuraba cosas como "Penelope" y lanzaba suspiros). Como
estaban todos sentados juntos en una gran mesa, Ginny y Harry buscaron sentarse
juntos y comer su helado, ella le agradecía colorada que recordara su promesa.
El Sr. Fortescue se acercó a ellos preguntándole a Harry si todo había
acabado bien con Lucius Malfoy. Como
avergonzado por andar contando aquello, se alejó disculpándose de pronto.
Todos se miraron unos a otros preocupados, pero quizá queriendo dejar eso atrás,
continuaron su plática, sin quitarse esa preocupación de la cara. Precisamente
en ese momento, la Sra. Weasley hablaba con Percy sobre el trabajo. Harry y
Ginny se volvieron a ellos. Harry
y Ginny dejaron de prestarles atención. Ahora la concentración de Harry se fue
hasta Hermione y Krum. Ron ya iba por su tercer helado (seguramente no se daba
cuenta que se llevaba a la boca). Fred, George y Charlie seguían burlándose de
Bill y su relación afectuosa con la lechuza a la que bautizó como Atena. Ron
se volvió a ellos tan aprisa y asombrado que se le cayó el cuarto helado sobre
la ropa. Si no hubiera tanto ruido, de seguro todos se hubiesen vuelto a
mirarle. Harry le comprendió pues también se había quedado paralizado con el
recordatorio. ¡Era verdad! Ginny
guardó silencio visiblemente molesta por el comentario de Ron. Solo se limitó
a decir su opinión. Hubo
algo de recelo en su voz, pero Harry no lo tomó en cuenta pues estaba
preocupado y comprendía a su amigo. Ron
ya se había cansado de tratar de limpiarse el helado. Arrojó las servilletas
sobre la mesa furioso. Harry
le sonrió más tranquilo. Ella solo bajó la mirada con algo de melancolía. Con
el problema resuelto, todos marcharon al Caldero Chorreante a arreglar las cosas
y prepararse para mañana. Ya estaba oscuro cuando llegaron, y aunque la mayoría
se fue a arreglar sus cosas, el Sr. Weasley y su esposa se quedaron en una mesa
y le pidieron a Harry que se sentara para hablar con él unos minutos. Ron y
Hermione se querían quedar con él, pero los padres de Hermione le llamaban y
la mamá de Ron le dijo que se fuese a cambiar de ropa. Harry
escuchó y luego se limitó a asentir... La
Sra. Weasley le miró con ternura y aflicción. Harry obedeció y subió a su
habitación...Todo aquello lo hacía parecer un mentiroso... Su
hablar era mucho mejor. Harry
se encaminó a su cuarto. Harry
se volvió y no supo bien que decir. Ginny parecía tener razón, era buen
muchacho...Krum le miraba preocupado en su seriedad. Krum
se marchó. Harry aun desconcertado se fue a su habitación y se puso a acomodar
sus cosas. Pensaba en todo lo ocurrido ese día que le parecía tan largo...que
ni sabía si estaba arreglando todo adecuadamente. Ya que acabó, se sentó en
la cama y tomó el paquete de barajas mágicas con interés y algo de
reserva...Lo abrió y vio que las cartas venían boca abajo, y que el mismo trébol
esmeralda y en sobrerrelieve estaba en los reversos de éstas. Incluso el color
negro. Había esperado que fueran más...espectaculares. Tomó el libro y lo
abrió también, y en la primera página encontró un mensaje con caligrafía
grande y manúscrita en letras rojas. Harry
leyó aquello con voz tenebrosa y se rio con tal mensaje. Luego Harry recordó a
la adivina...burla o fraude...Así que sin darle mucha importancia, tomó la
primera carta. Le dio la vuelta y se quedó mirándola con expresión seria... Desde
la carta, una figura encapuchada con una hoz de plata, muy parecida a los seres
que había visto en Privet Drive, le miraba con sus ojos rojos como rubíes en
un rostro oscuro. El fondo de la tarjeta semejaba un camino de un desolado
bosque. Tomó la siguiente carta rápidamente, y esta vez la carta traía las imágenes
de muchas personas, hombres y mujeres, juntas conviviendo con sonrisas alrededor
de una en especial, en una clase de fiesta, con túnicas de muchos colores...La
tercera que tomó le llevó más tiempo darle vuelta. Cuando lo hizo, se encontró
con una imagen de una persona con túnica rasgada en el centro y con las manos
en el corazón mirando arriba, mientras siluetas apenas perceptibles lo rodeaban
con brazos abiertos...Iba a buscar el significado en el libro cuando Ron tocó a
la puerta. Harry
dejó las cartas y el libro sobre la cama y como en un sueño, mirando como
anclado las imágenes, salió de la habitación, cubriendo su preocupación tras
la máscara de una forzada sonrisa. Se
limitó a seguir los Weasley y los Granger, simulando que no le preocupaba nada,
ni el hecho de ver esas tres cartas e imaginarse su significado... Ron
venía hablando sin parar de Krum, Harry le escuchaba y hacía pequeños
comentarios y se reía con él, pero no estaba completamente ahí...Pensó que
quizá se estaba sugestionando, con las palabras de la adivina primero y luego
las cartas...Tal vez todo era una gran, gran casualidad...Algo le ocurrió en
ese instante... La
voz de Ron comenzó a perder volumen. Harry sintió que su visión se nublaba,
como si no trajese los lentes puestos...Todo a su alrededor comenzó a volverse
solo manchones de múltiples colores y los sonidos eran lejanos e
incomprensibles, esa neblina que lo abrazaba de nuevo, densa, fría...Un sudor
frío le recorría el cuerpo, y aunque aminoró la marcha y se concentró
pensando en seguir y que pronto se le pasaría, temiendo desmayarse, el ardor y
el dolor ya comunes para él hicieron presencia encrestándosele en la frente,
sobre la cicatriz y expandiéndose por toda su cabeza cortándole la respiración
y haciendo que abriera la boca reprimiendo la sensación profunda y terrible de
dolor. Visiones
frente a sus ojos. Se detuvo paralizado por esa fuerza que lo doblaba y le hacía
llevarse las manos a la cabeza cubriéndose los ojos desesperado. La carta de la
muerte, que solo había visto hacía unos minutos por vez primera, pareció
cobrar vida ante él, moviéndose de un lado a otro amenazante...Luego gritos en
su cabeza, muchos, variados, solo conseguía entender palabras de súplica, de
pedir misericordia con voz aterrada y desesperada...Las visiones eran como los
mismos manchones a su alrededor, dando vueltas en un torbellino que no lo dejaba
ver con claridad lo que ocurría en ellas. Sintió mareos...Sintió náuseas...Dándose
cuenta de que no podía caminar ni moverse, con la sensación de estar en lo
alto de un edificio al borde del piso más alto, con la oscuridad abajo llamándole,
la profundidad, la inconciencia y el desmayo, intentó articular palabras de
auxilio, su voz fue como un eco en una tormenta... Ron
seguía hablando sin parar, dando pequeños pasos, sin darse cuenta de que le
ocurría a Harry, hasta que se volvió buscando su apoyo sobre sus opiniones y
lo vio. Harry
estaba a punto de caer de rodillas, con todo el cuerpo tembloroso. Aterrorizado,
se volvió a los demás que ya iban algo lejos conversando, y luego miró a su
amigo quien se derrumbó en sus brazos. Ron
se arrodilló con él en sus brazos y miró de nuevo a los demás, con voz
potente y angustiada los llamó. Ellos
se volvieron extrañados junto a los otros y al ver lo que ocurría, corrieron
sin demora hasta ellos, con una extrema aflicción y preocupación en la cara,
con la misma palidez de Ron. La
Sra. Weasley sollozaba angustiada, su esposo tomó el lugar de Ron y sostuvo a
un Harry en shock entre sus brazos. Los demás los rodearon asustados, Hermione
y Ginny parecían estar como la Sra. Weasley y los padres de Hermione se veían
asustados con aquello. Harry solo los veía como siluetas borrosas y sus voces
eran ecos lejanos, lentos... Estaba
a punto de decirles que se le estaba pasando, cuando el dolor fue tan grande que
lo hizo gritar para el terror de todos y luego, como un eco a su grito, escuchó
en sus penumbras un estallido muy fuerte a unos metros de donde estaban, en
dirección de La Cuchara Mágica, y una oleada de fuego y gritos se alzó en la
noche, recortándose contra la luna pálida en el cielo. ------------------------------------------------------------------------------------------------------------- -A
Harry no. A Harry no. A Harry no,
por favor. La
voz sonaba tan angustiada...tan desesperada y evidentemente lloraba... Luces
en el interior de la casa, ruidos, gritos...después, aquel escándalo pareció
moverse de lugar, luego de un resplandor verde que retumbó en los cristales de
las ventanas... ¿Por
qué se sentía tan mal?...Fue entonces, que otro resplandor verde se dejó
entrever por las ventanas, y Harry sintió que la cicatriz le ardía como nunca
en la frente, perforándole el cerebro con un dolor tan profundo... El
dolor de cabeza se la atenazó como cuchillos, y cayó al piso, casi
inconsciente, cubriéndose los oídos, tuvo náuseas...Vio hacia la casa... Trató
de gritar al ver que la casa comenzaba a incendiarse y despedazarse, cayendo y
perdiendo su belleza, consumiéndose en el fuego, como todo el alboroto que ya
no se escuchaba más... Una
risa burlona, profunda, retumbante... Harry
abrió los ojos y se encontró recostado sobre su cama, frente a la ventana.
Aterrado se levantó tambaleante y salió de la habitación, bajando las
escaleras apenas con cuidado y con fuerzas extremas. Salió del lugar y sosteniéndose
en los muros vio fue hasta La Cuchara Mágica, viendo temeroso los restos o más
bien lo que había quedado de ella. Igual de débil, de tembloroso, de mareado y
adolorido, sus ojos trataron de concentrarse en el desastre que veía frente a
él. Intentó mantenerse en pie pero necesitó tanto esfuerzo para no vomitar o
desmayarse de nuevo, que solo pudo levantar la cabeza. Lo que había sido el
restaurante, estaba consumido hasta las llamas, aun ardiendo hasta las cenizas,
con ese humo negro y destructor subiendo como una señal de muerte hasta el
cielo estrellado. El establecimiento se derrumbaba presa del maldito fuego, y
había mucha gente hablando tan alto y tan de prisa y al mismo tiempo que Harry
no conseguía comprender nada, menos en su estado... Los
establecimientos aledaños también sufrían por el fuego, comenzaban a
incendiarse como un reguero de pólvora siguiendo un determinado curso y hasta
entonces Harry se dio cuenta que el Callejón Diagon era una fogata en sí, que
había señales de destrucción más adelante y más atrás, que escuchaba
sonidos de animales diversos aterrados, que los magos y brujas corrían de un
lado a otro, los dueños de los locales tratando de salvar sus posesiones y sus
vidas, había pánico general, sollozos, gritos...Había mucho más magos y
brujas que los que Harry había visto aquel día, y supuso que serían del
Ministerio, pues corrían de un lado a otro ayudando a personas a ponerse a
salvo, sacando heridos y llevándolos lejos, hacia El Caldero Chorreante o
usando sus varitas para apagar el inclemente fuego. Sus ojos recorrieron el
destruido restaurante y se percataron de un extraño dibujo plasmado en la gran
palada destrozada que se había partido en pedazos y ardía con más lentitud en
el suelo. Una calavera color verde y con una lengua en forma de serpiente
saliendo de su boca, resaltaba entre las llamas rojas y el humo. Levantó los
ojos temiendo ver lo que no deseaba y vio la misma imagen en el cielo, ya
desapareciendo, confundida entre el humo y el fuego... Sintió
un nudo en la garganta, una opresión en el pecho...¿Dónde estaban los Weasley
y los Granger? ¿Y Viktor Krum? ¿En el Caldero Chorreante?...De nuevo intentó
levantarse, pero esta vez, unos brazos lo detuvieron. Bill
Weasley estaba a su lado, con la respiración agitada, había seguido a Harry
hasta ahí. Mirándolo preocupado aun, con una triste y seria expresión y un
tono angustiado y preocupado en su voz, le habló luego de recuperar el aliento. Bill
se quedó callado un momento con una profunda expresión de aflicción. Bill
alzó a Harry por los hombros y lo levantó. Bill
le indicó con un gesto que se fueran, así que se dieron la vuelta y comenzaron
a caminar. Harry volvía los ojos atrás, mientras unos medimagos sacaban un
cuerpo ya muerto del restaurante y lo cubrían con una manta llamando a alguien
para que viniera por él. Harry vio de quien se trataba y se detuvo con ojos
grandes y sorprendidos. Bill
lo jaló del lugar, Harry aun se sentía muy mal pero lo que acababa de escuchar
era peor... aunque
hayas aceptado que puedes morir...habrá muerte este año, injusta, pero la habrá...y
¿Podrás con ello?, muerte cerca de ti...¿Estás dispuesto a sacrificar a
quienes quieres por ti?¿A cuántos estás dispuesto a sacrificar por tu vida? Las
palabras de la adivina retumbaron en sus oídos...¿A eso se refería ella? ¿Pero
por qué no lo habían asesinado a él?... Ron
se le acercó presuroso y pálido, igual de angustiado y aterrado como todos. Ron
se encaminó hasta un pequeño callejón y Bill llevando a Harry lo siguieron,
antes de llegar escucharon voces en el lugar discutiendo. Ron
se dirigió a su hermano y a su amigo Ron
rió un poco pero al recordar la situación, volvió a ponerse serio y afligido. A
Harry le pareció que Hermione le revisaba el brazo con algo de mala intención
para hacerlo gritar...bueno, no podía culparla, hasta él lo haría. Estaban un
poco lejos, Harry no quería acercarse, ya se imaginaba lo que pasaría... En
ese preciso momento, Lucius Malfoy llegó con su esposa hasta ahí, seguidos por
alguien del Ministerio, miraron a su hijo con expresión temerosa y seria. Hermione
se levantó y se apartó de pronto, viendo a los dos con reserva, vio a Harry y
Ron y se fue hasta ellos, abrazando al primero con muchas fuerzas. Los ojos le
brillaban mucho... Harry
aceptó su abrazo muy apenado por sentir esa necesidad de consuelo. Sintió las
lágrimas de la muchacha bajando por sus mejillas y sus sollozos reprimidos, y
sintió también que sus propios ojos se humedecían. Ron los miraba serio y con
tristeza. Bill en cambio, parecía más interesado en observar a los Malfoy con
ojos estudiosos... Su
madre lo abrazó de pronto, él la abrazó también murmurando "mamá"
repetidas veces. Lucius Malfoy se dispuso a escuchar al mago del Ministerio. Oh,
oh. Los Malfoy y el mago se volvieron hasta donde estaban Harry y los demás. La
mirada de Lucius Malfoy cambió drásticamente, encendiéndose en un fuego de
odio infinito...Su esposa los miró un segundo y luego les volvió la cara con
frialdad. Draco Malfoy aun estaba como fuera de su cuerpo y pálido como nunca. Solo
los miró e inclinó un poco la cabeza con un gesto de rabia que el mago del
Ministerio no vio, luego fue hasta su esposa e hijo y ayudándolo a levantarse,
se dieron la vuelta y se marcharon, con el mago detrás, quien antes se dirigió
a Hermione y Ron. Hermione ya no abrazaba a Harry pero le tomaba por el brazo. Ya
que estaban bastante lejos, Ron soltó un "Bah" molesto. Ayudado
entre Bill y Ron, a Harry el camino se le hizo corto...Pensaba en los Malfoy, en
todo lo ocurrido...No podía quitarse de la cabeza la imagen de la Marca
Tenebrosa en el cielo...Pero estaba tan cansado y se sentía tan enfermo todavía...Y
tampoco olvidaba el cuerpo de la Sra. Halley, sin vida, con los ojos abiertos y
brillantes...Ni siquiera la correría y el desorden a su alrededor, por todo el
lugar, lograron arrebatarle esos pensamientos...Cuando lo llevaron a la habitación,
la Sra. Weasley ya estaba ahí, un poco más tranquila pero igual de asustada
que antes. Ella
hizo ademán de tomarlo en brazos y ayudarlo a sentarse, Bill y Ron lo llevaron
hasta la cama y lo dejaron ahí, viendolo con palidez y aflicción. Hermione aun
se veía muy nerviosa, sollozaba disimuladamente. La Sra. Weasley la miró con
ternura. Claro...la
mayoría de los fallecidos habían sido hijos de familias Muggles, como la Sra.
Halley...Harry miró a su amiga conmovido, ojala pudiera decirle algo para
confortarla... Hermione
asintió más calmada por sus palabras y fue hasta Harry dándole de nuevo un
abrazo desesperadamente. Luego
se secó el resto de sus lágrimas y sonriéndole a la Sra. Weasley con
tristeza, salió de la habitación. Ella miró de nuevo a sus hijos. Bill
obedeció y le sonrió tenuemente a Harry a modo de despedida. Harry
lo hizo sintiendo un gran alivio al estar acostado. Ron
salió también de la habitación. La Sra. Weasley ayudó a Harry a cubrirse con
la manta. Luego le acarició el cabello con una actitud maternal que le conmovió
profundamente a un Harry aun afectado por lo visto. Harry
recordó las cartas y el libro. Los buscó con la mirada y los vio sobre el buró,
pero ya las tres cartas estaban de nuevo en el paquete. Entendió
que ella ya sospechaba lo que le pasaba por la mente. Quizá no había sido tan
buena idea dejarlas ahí, antes de salir a cenar...Harry se sintió avergonzado
por ésto. Ella
le dio un abrazo y un beso en la frente, con mirada cristalina y rostro triste.
Harry no dijo nada, pero no temía por él... Ron regresó y le dio a su madre
un vaso con un líquido transparente, al que ella le dio un toque con su varita
y de inmediato el agua se revolvió y se cambió a color azul. Harry
así lo hizo, pensando en que bueno que su amigo tenía una mamá que tuviera
una solución para todo... |
Continuará...
Autora: Mariana de Beauxbatons.