Un año lleno de sorpresas
3 - La sorpresa de Hermione A
los pocos días de su llegada a la casa de Hermione, una mañana Harry se
despertó alterado por el grito que oyó proveniente del desayunador. Se vistió
rápidamente y bajó corriendo para ver qué sucedía. Al llegar al
desayunador, vio a Hermione... ¿LLORANDO?
¡Si! Llorando, gritando, saltando y riendo, todo al mismo tiempo. Harry
le sonrió y cogió una carta con el sello de Hogwarts.
Colegio
Hogwarts de Magia Su
insignia de prefecta viene adjunta con la lista
de algunos de los deberes que tendrá que llevar a cabo con su cargo. Si
tiene alguna duda, o no quiere tomar el puesto, puede mandarme una lechuza.
Muy cordialmente Minerva
McGonagall Luego,
Harry desdobló otro pergamino que decía: Siendo
prefecta de Gryffindor, sus obligaciones son: Todos
charlaron alegremente durante el desayuno, y luego el señor Granger se levantó,
besó a su mujer e hija, le estrechó la mano a Harry y se fue. Durante
toda la mañana, Harry y Hermione anduvieron por el suburbio donde Hermione vivía,
a las afueras de Oxford. Luego se dirigieron al centro de la ciudad. Anduvieron
de compras, fueron al cine, a un negocio de video-juegos, y finalmente, al
parque de la ciudad, el cual estaba muy arbolado y contaba con un pequeño lago.
Harry y Hermione reían juntos y se divertían. Cerca de ellos, había una señora
que vendía unas rosas grandes y muy bellas. En
la cabeza de Harry había pensamientos muy “locos”: de repente, se acordó
de lo que había vivido con su amiga la noche en que llegó a su casa (no sean
mal-pensados, me refiero al beso que estuvieron a punto de darse), y de que
ahora la veía de forma diferente... pero aún no se lo había dicho. Mientras
Hermione le contaba lo mucho que le gustaba aquél parque, Harry se proponía
algo... simplemente le daría una rosa a Hermione y le diría lo que sentía.
Eso era todo. No había por qué complicarse la existencia. El único problema
sería perder a la chica de vista, pero justo cuando pensaba en un pretexto para
mantenerla alejada un instante, ella dijo: Mientras
Hermione se alejaba, él se acercó a la señora de las flores y compró una de
color rosa claro que olía a un suave perfume refrescante. La
señora asintió. Y
se fue. Llegó junto a Hermione, pero de repente, las tripas empezaron a retorcérsele,
las piernas le temblaron y se puso aún más nervioso que cuando le pidió a Cho
que fuera su pareja para el baile de Hogwarts. El nerviosismo debió de habérsele
notado, porque Hermione le preguntó que qué le había pasado. Él dijo que
nada, pero de repente tomó a su amiga de la mano, se detuvieron y... Dicho,
esto, Hermione o abrazó muy tiernamente. ¿Qué le había pasado? ¿Por qué no
había cumplido su propósito de declarársele? Lo
que acababa de decir Harry no había bastado para hacerle entender que la amaba.
Ella lo había interpretado como una muestra de amistad, por eso dijo: “no
sabes cuánto valen para mí tú y Ron” Después
de unos instantes se sonrieron mutuamente. A Harry le entraron unas
irresistibles ganas de besar los labios de su amiga. ¿Qué tenía eso de malo?
Él la quería, ya habían estado a punto de besarse, el la respetaba y además...
los 2 ya estaban próximos a cumplir los 15 años. ¿Qué se lo podía impedir? Después
de que se sonrieron, los labios de Harry se dirigieron hacia los de Hermione, y
cuando estaban a punto de llegar, ella volteó la cara y Harry sólo alcanzó a
rozarle la mejilla. Los
2 se pusieron más rojos que el pelo de Ron, y muy apenada, Hermione cambió rápidamente
de tema diciendo: Cuando
llegaron, la señora Granger les comunicó que la cena estaba lista. Al pasar
por la sala de estar, notaron que el señor Granger ya estaba ahí. Los
chicos asintieron, y después de un rato bajaron a cenar. La señora Granger
había preparado para la cena salmón fresco acompañado de vino blanco,
y de postre, una rica tarta de fresas. Todos
se la pasaron muy a gusto. Luego, el señor Granger se levantó de la mesa e
instantes después regresó cargado con un par de cosas. Harry
abrió el cofre que le dio el señor Granger, y dentro había una bola de
cristal que contenía la figura de una gitana. A un lado, en un estuche como de
lentes, había una elegante pluma de quetzal que venía con un pergamino que debía
de ser el instructivo del objeto. Además había unas 1500 con preguntas
escritas y un tablero. El pergamino decía:
Pregúntale
a Zelda Instrucciones: 1.-Dé
unos golpes a la bola y a la pluma con su varita y diga “emporium.”Automáticamente
los
objetos reconocerán su varita y en el futuro sólo usted los podrá
usar. Cualquier otra varita será repelida. Luego
Harry volteó hacia donde estaba Hermione para ver qué le había dado su padre
y vio que tenía una lechuza negra con un collar de plumas blancas posada en el
hombro.
Subieron
al cuarto de Hermione. Las paredes estaban pintadas de blanco, y tenían azul
desde el piso hasta 40 cm más arriba. Tenía piso de madera con un pequeño
tapete en el suelo, la cama estaba pegada a la pared derecha junto a la puerta ,
había un escritorio a la izquierda de la puerta que daba al balcón, y a la
derecha de ésta había un armario. Frente a la cama estaba un pequeño tocador,
y junto a éste estaba el baúl de Hogwarts. Afuera, en el balcón, había 3
sillas mecedoras formando un semi-círculo, y en el centro, una mesita. Harry
aceptó y se puso a hacer una carta para Sirius. Hermione la hizo para Ron. La
de Harry decía:
Queridos Sirius y Remus: Sólo
les escribía para avisarles que ahora me encuentro en casa de mi amiga
Hermione. No se preocupen, los dos estamos bien. Ojalá podamos vernos pronto,
mientras tanto, cuídense.
Harry Hermione
ponía en la suya:
Querido Ron: Espero
que te la estés pasando bien en tu casa con las bromas de Fred y George. Te
escribo para avisarte que Harry está aquí en mi casa. Él está bien y ojalá
Dumbledore no nos diga nada por esto.
Un beso, Hermione P.D:
ésta es mi lechuza Noctowl. ¿No te gusta? Mis padres me la dieron porque me
acaban de hacer la prefecta de Gryffindor. Cuando
Harry llevó a su gran lechuza, blanca como la nieve, mandaron las cartas a sus
amigos.
Ambos
se quedaron en silencio mientras las aves se alejaban. Aquél era un silencio un
poco incómodo, pero Harry lo rompió. |
Continuará...
Autora: Rowena de Ravenclaw.