Un año lleno de sorpresas

3 - La sorpresa de Hermione

 A los pocos días de su llegada a la casa de Hermione, una mañana Harry se despertó alterado por el grito que oyó proveniente del desayunador. Se vistió  rápidamente y bajó corriendo para ver qué sucedía. Al llegar al desayunador, vio a Hermione...

¿LLORANDO? ¡Si! Llorando, gritando, saltando y riendo, todo al mismo tiempo.
-¿Qué pasa aquí?- preguntó Harry- ¿por qué tanto alboroto?                                               

-A Hermione la han hecho PREFECTA- le respondió el señor Granger sonriendo- ay cariño, estamos muy orgullosos de ti- dijo abrazando a su hija.                                                       

-¿Puedes creerlo Harry?- dijo Hermione después de que logró calmarse- ¡mira la carta que me mandó la profesora McGonagall!

Harry le sonrió y cogió una carta con el sello de Hogwarts.   

Colegio  Hogwarts  de Magia
Director: Albus Dumbledore
(Orden de Merlín, Primera Clase,
Jefe Supremo, Confederación 
I
nternacional de Magos)

  Estimada Srita. Granger:  
Se le comunica por medio de la presente, que debido a que su aprovechamiento académico ha sido el mejor que se ha visto en la historia de Hogwarts, usted ha sido elegida como la prefecta de su casa. Además de que este es un gran cargo que estoy segura, usted sabrá desempeñar, tiene una remuneración económica semanal de 13 galeones con 19 sickles.

Su insignia de prefecta viene adjunta con la lista  de algunos de los deberes que tendrá que llevar a cabo con su cargo. Si tiene alguna duda, o no quiere tomar el puesto, puede mandarme una lechuza.

 

                           Muy cordialmente

Minerva McGonagall
(directora adjunta) 

 

Luego, Harry desdobló otro pergamino que decía:  

Siendo prefecta de Gryffindor, sus obligaciones son:
*
Después del banquete de bienvenida, deberá guiar a los alumnos hacia la torre de Gryffindor, con los de nuevo ingreso al frente para que les de a todos la contraseña del nuevo curso, de la cual le informare en el banquete.
*Deberá mantener el orden entre los alumnos de su casa.
*Tendrá el poder de poner y quitar puntos a los alumnos de las 4 casas si tiene razon para justificarlo.
*Podrá bañarse en el baño de los prefectos, el cual esta atrás de la estatua de Boris el Desconcertado. La contraseña es “Glade toque mágico”  (se pronuncia “Gleid”)

El resto de sus obligaciones se las comunicare después.  

  Harry sonrió nuevamente ante la alegría de su amiga. Él estaba contento por ella, ya que sabía que nadie desempeñaría el cargo mejor que ella: además de que se lo merecía. Finalmente la señora Granger dijo:
-Bueno cielo, creo que esto se merece una celebración con una gran cena. ¿Por qué no van a dar un paseo después de desayunar?

Todos charlaron alegremente durante el desayuno, y luego el señor Granger se levantó, besó a su mujer e hija, le estrechó la mano a Harry y se fue.

Durante toda la mañana, Harry y Hermione anduvieron por el suburbio donde Hermione vivía, a las afueras de Oxford. Luego se dirigieron al centro de la ciudad. Anduvieron de compras, fueron al cine, a un negocio de video-juegos, y finalmente, al parque de la ciudad, el cual estaba muy arbolado y contaba con un pequeño lago. Harry y Hermione reían juntos y se divertían. Cerca de ellos, había una señora que vendía unas rosas grandes y muy bellas.

En la cabeza de Harry había pensamientos muy “locos”: de repente, se acordó de lo que había vivido con su amiga la noche en que llegó a su casa (no sean mal-pensados, me refiero al beso que estuvieron a punto de darse), y de que ahora la veía de forma diferente... pero aún no se lo había dicho.

Mientras Hermione le contaba lo mucho que le gustaba aquél parque, Harry se proponía algo... simplemente le daría una rosa a Hermione y le diría lo que sentía. Eso era todo. No había por qué complicarse la existencia. El único problema sería perder a la chica de vista, pero justo cuando pensaba en un pretexto para mantenerla alejada un instante, ella dijo:
-Me está dando un poco de sed, ¿a ti no?                                                                     

-Me parece que sí.                                                                                                       

-Bueno, voy a comprar algo, no tardo.                                                                             

-<<Ahora>>

Mientras Hermione se alejaba, él se acercó a la señora de las flores y compró una de color rosa claro que olía a un suave perfume refrescante.
-Esa rosa que has elegido, le demostrará tu amor y cariño sinceros a la mujer que amas, Harry Potter.- dijo la señora.                                                                                       

-¿Cómo sabe mi...- quiso saber Harry, cuando de repente la señora señaló su cicatriz.        Entonces, ¿usted es una bruja?

La señora asintió.
-Si Harry. Estas flores no son las flores ordinarias que cultivan los muggles. Se llaman “Rosas Nife”(se pronuncia “naif”), míralas. Cada una concuerda con los sentimientos del hombre que adquiere una hacia la mujer que ama, y hacen que ella se percate de ello. Estas rosas son muy precisas, ya que cuentan con un poderoso encantamiento que hace que el comprador sienta que la flor que concuerda con su sentimiento es la que él quiere comprar. Por ejemplo, observa todas las demás.¿Te gusta alguna otra?                         
 
-No- contestó Harry con firmeza                                                                                         

-¿Lo ves? Tú elegiste la tuya porque eso es lo que en verdad sientes. En cambio, un hombre que sólo quiera jugar con los sentimientos de una chica, elegirá la amarilla; el que sólo quiera a una chica por su apariencia física, querrá la roja; y así con las demás.                                

-Entiendo- dijo Harry- me voy porque Hermione no tarda.

Y se fue. Llegó junto a Hermione, pero de repente, las tripas empezaron a retorcérsele, las piernas le temblaron y se puso aún más nervioso que cuando le pidió a Cho que fuera su pareja para el baile de Hogwarts. El nerviosismo debió de habérsele notado, porque Hermione le preguntó que qué le había pasado. Él dijo que nada, pero de repente tomó a su amiga de la mano, se detuvieron y...
-Hermione, yo... mmhh... este... toma- y le dio la Rosa Nife. Ella la tomó, la olió y su cara se llenó de felicidad. Harry estaba dispuesto a declarársele en ese mismo momento, pero los nervios pudieron más que el amor, y en lugar de decirle a Hermione que la amaba, le dijo
-Hermione: tú y tu amistad significan mucho para mí, y sólo quería decirte que te quiero.
 -Ay Harry: yo también te quiero mucho, y no sabes cuánto valen para mí tú y Ron.

Dicho, esto, Hermione o abrazó muy tiernamente. ¿Qué le había pasado? ¿Por qué no había cumplido su propósito de declarársele?

Lo que acababa de decir Harry no había bastado para hacerle entender que la amaba. Ella lo había interpretado como una muestra de amistad, por eso dijo: “no sabes cuánto valen para mí tú y Ron”

Después de unos instantes se sonrieron mutuamente. A Harry le entraron unas irresistibles ganas de besar los labios de su amiga. ¿Qué tenía eso de malo? Él la quería, ya habían estado a punto de besarse, el la respetaba y además... los 2 ya estaban próximos a cumplir los 15 años. ¿Qué se lo podía impedir?

Después de que se sonrieron, los labios de Harry se dirigieron hacia los de Hermione, y cuando estaban a punto de llegar, ella volteó la cara y Harry sólo alcanzó a rozarle la mejilla.

Los 2 se pusieron más rojos que el pelo de Ron, y muy apenada, Hermione cambió rápidamente de tema diciendo:
-Creo que se hace tarde y mamá debe de estar esperándonos.                                            

-Claro, tienes razón, vámonos.

  De camino a casa, el clima se tornó un poco frío, lo cual Harry tomó de pretexto para ir abrazando a Hermione. 

Cuando llegaron, la señora Granger les comunicó que la cena estaba lista. Al pasar por la sala de estar, notaron que el señor Granger ya estaba ahí.
-Hola chicos- saludó amablemente- bajen rápido al comedor, porque Alison y yo les tenemos una sorpresa.

Los chicos asintieron, y después de un rato bajaron a cenar. La señora Granger  había preparado para la cena salmón fresco acompañado de vino blanco, y de postre, una rica tarta de fresas.

Todos se la pasaron muy a gusto. Luego, el señor Granger se levantó de la mesa e instantes después regresó cargado con un par de cosas.
-Me tomé la libertad de faltar al trabajo e ir al callejón Diagon a comprarles unos obsequios- dijo- Harry, éste es para ti- y le dio un pequeño cofre- y éste cielo, es para ti- dijo entregándole a su hija una jaula cubierta con una manta.- Espero que les gusten.

Harry abrió el cofre que le dio el señor Granger, y dentro había una bola de cristal que contenía la figura de una gitana. A un lado, en un estuche como de lentes, había una elegante pluma de quetzal que venía con un pergamino que debía de ser el instructivo del objeto. Además había unas 1500 con preguntas escritas y un tablero. El pergamino decía:

                               Pregúntale a Zelda

Instrucciones:

1.-Dé unos golpes a la bola y a la pluma con su varita y diga “emporium.”Automáticamente los  objetos reconocerán su varita y en el futuro sólo usted los podrá usar. Cualquier otra varita será repelida.
2.-Después de que dijo “emporium” vuelva a dar unos golpes con la varita y diga la contraseña que usted desee.
3.-Después de que la dijo y la bola se tornó de color azul, vuelva a decir la contraseña.

4.-Las cartas y el tablero sirven para jugar “dime la verdad o dame mi castigo”

-No entiendo. ¿Para qué sirve todo esto?- preguntó Harry                                                    

-El vendedor me dijo que es como una especie de pensadero, pero hace más cosas, por ejemplo, si escribes una pregunta  en el cristal, te la responde. Además le puedes confiar secretos, usar como diario, recordadora y hasta puedes charlas con ella.- le respondió el señor Granger.                                                                                                                   

-¿Y nadie más puede ver lo que yo escribo?                                                                         

-Se supone que no.                                                                                                             

-Ya entiendo... muchas gracias señor Granger.                                                                    

-No hay de qué, Harry. ¿Por qué no me llamas solamente John?                                           

-Así lo haré- respondió Harry estrechándole la mano a John.

Luego Harry volteó hacia donde estaba Hermione para ver qué le había dado su padre y vio que tenía una lechuza negra con un collar de plumas blancas posada en el hombro.              
-Creo que te llamarás “Noctowl”- dijo Hermione acariciando a su nueva lechuza.                   
-¿Te gustó, cariño?- preguntó John                                                                                     

-Claro papi, gracias- respondió Hermione- y creo que a Crookshanks también le gustó             

-Eso me alegra, cielo.                                                                                                        

-¿Por qué no vamos arriba, Harry?- dijo Hermione                                                                  

-Claro, vamos.

Subieron al cuarto de Hermione. Las paredes estaban pintadas de blanco, y tenían azul desde el piso hasta 40 cm más arriba. Tenía piso de madera con un pequeño tapete en el suelo, la cama estaba pegada a la pared derecha junto a la puerta , había un escritorio a la izquierda de la puerta que daba al balcón, y a la derecha de ésta había un armario. Frente a la cama estaba un pequeño tocador, y junto a éste estaba el baúl de Hogwarts. Afuera, en el balcón, había 3 sillas mecedoras formando un semi-círculo, y en el centro, una mesita.
-Creo que podríamos mandar una lechuza a Ron y otra Sirius para avisar que estás acá. Hay plumas y pergaminos en el escritorio- dijo Hermione mientras Noctowl salía al balcón y Crookshanks se acomodaba en la cama.

Harry aceptó y se puso a hacer una carta para Sirius. Hermione la hizo para Ron. La de Harry decía:

            Queridos Sirius y Remus:

Sólo les escribía para avisarles que ahora me encuentro en casa de mi amiga Hermione. No se preocupen, los dos estamos bien. Ojalá podamos vernos pronto, mientras tanto, cuídense.

                                              Harry

Hermione ponía en la suya:

                 Querido Ron:

Espero que te la estés pasando bien en tu casa con las bromas de Fred y George. Te escribo para avisarte que Harry está aquí en mi casa. Él está bien y ojalá Dumbledore no nos diga nada por esto.
Cuídate y nos vemos pronto.

                   Un beso, Hermione

P.D: ésta es mi lechuza Noctowl. ¿No te gusta? Mis padres me la dieron porque me acaban de hacer la prefecta de Gryffindor.
-Con eso basta- dijo Harry- espera un momento, voy por Hedwig.

Cuando Harry llevó a su gran lechuza, blanca como la nieve, mandaron las cartas a sus amigos.                                                                                                                      

Ambos se quedaron en silencio mientras las aves se alejaban. Aquél era un silencio un poco incómodo, pero Harry lo rompió.
-¿Sabías que éste año va a regresar Remus a dar clases?                                                     

-¿Remus? ¿Remus Lupin?                                                                                                  

-Así es. Me da gusto. Por lo menos supongo que podré estar más cerca de Sirius. Bueno, hasta mañana.                                                                                                                   

-Nos vemos...

Continuará...

Autora: Rowena de Ravenclaw.