Una nueva generación.

 

A la mañana siguiente el sol brillaba con toda su fuerza, y casi no se veían nubes en el cielo.          Katherine se había levantado muy temprano, así que cuando Harriet bajó a desayunar, vestida con su nuevo uniforme de Gryffindor, la encontró leyendo el libro de Encantamientos, ya que, justamente, esa era su primera clase.
-Buenos días- dijo Harriet, reprimiendo un pequeño bostezo - ¿Qué estás haciendo?- preguntó al ver que Katherine tenía su varita mágica en la mano.
-Ah, hola, no te había visto- dijo Katherine sin mirarla -Estoy repasando algunos hechizos que aprendí en el verano, para nuestra primera clase con el profesor Flitwick.

 Harriet levantó los ojos, y vio que el cielo raso del Gran Salón estaba de color azul muy claro, con unas pocas nubes, así que el día debía de estar muy despejado. En eso, llegó Jeremy, todo despeinado, con la corbata mal puesta y la túnica con la insignia de Gryffindor al revés.
-¡Jeremy! ¿Qué te pasó?- exclamó Katherine, en tono de reproche - ¿Cómo puedes presentarte así, en esa facha a desayunar?- dijo, al tiempo que le quitaba la túnica, se la colocaba al lado que correspondía, y le arreglaba la corbata –Así está mucho mejor. Si la profesora McGonagall te hubiera visto, que castigaría.
-¿Por qué vienes tan tarde a desayunar, Jeremy?- le preguntó Harriet – Casi son las nueve.
-Me quedé dormido. Si no hubiera sido por la lechuza que fue a entregar un paquete a uno de mis compañeros de cuarto, no habría despertado. Hacía un estruendo enorme, picoteando la ventana para entrar.
-Como dije, son casi las nueve, y tenemos clase de Encantamientos. Si no nos apuramos, vamos a llegar tarde.

 Katherine tomó su mochila del suelo, guardó el libro y se puso de pie. Jeremy se guardó algunos bollos y buñuelos en el bolsillo de la túnica, ya que no había alcanzado a desayunar. Harriet imitó a Katherine tomando su mochila del suelo, y los tres se encaminaron, junto a los otros Gryffindors, al aula de Encantamientos.

 El profesor Flitwick los esperaba en la puerta del aula, para que no se perdieran. Después que entraron todos, y cada uno ocupó el puesto que le correspondía, el profesor Flitwick comenzó a pasar lista, entre los suaves murmullos de los alumnos. La clase fue muy llevadera y divertida, ya que comenzaron a practicar hechizos simples, después de hacer algunas anotaciones sobre el tema. La campana sonó una hora más tarde, y todos se fueron a clase de Herbología. Como hacía calor afuera, el sol les daba en la nuca, y con las túnicas negras se acaloraban aún más, ya que éstas atraían el calor. Cuando tocó la campana para el almuerzo, todos no pudieron sentirse más agradecidos, ya que, a pesar de ser su primer día, la profesora Sprout los había hecho trabajar en grupos de a tres, replantando unas flores que servían para curar los mareos. Habían quedado con todas las manos llenas de tierra, con el pelo transpirado y todos los músculos adoloridos.

Continuará...

Autora: Katherine Pecq de Ravenclaw.