Una Semana Agitada.

   Era una de esas horribles mañanas en que el horario mostraba todo el día Pociones con Snape y Slytherin. Harry se vistió, desayunó, y se dirigió a la mazmorra. Snape empezó a hablar de pociones para dragones, mientras, Harry dibujaba una caricatura de su profesor. Cuando de repente, la puerta se abrió bruscamente, era Dumbledore, venía con un niño al lado y parecía cansado de escucharlo. Pidió permiso para interrumpir la clase un momento y decir: 
-“Buenos días”- su saludo fue respondido a coro. 
-“Alumnos, hoy les presentaré a un nuevo compañero para Slytherin, su nombre es Dudley”. Harry levantó los ojos de la caricatura y miró a su primo con cara de horror. 
-“El será su  nuevo compañero de clases, tiene 15 años, igual que ustedes, sí, sí, ya sé, es raro, es que no recibió su carta a los 11,  porque... bueno, no les contaré porque no voy a desperdiciar la clase de Severius”- dijo sonriéndole a éste. Luego continuó -“Bueno espero que lo traten muy bien, y que pueda integrarse al instante”. 
Harry estaba paralizado, pero una risa le salió de los labios cuando Malfoy le puso un hechizo a la silla para que se moviera. Harry no prestó atención a la clase, nada anormal, pero esta vez, se quedó mirando a su primo todo el tiempo, estaba confundido. Al final del día, fue a la Sala Común de Gryffindor para hablar con sus amigos que no estaban enterados porque no estaban anotados en esa clase. Cuando les dijo, Hermione y Ron no lo creían, escuchaban pero parecían no entender. Cuando sorpresivamente, uno de los prefectos de Gryffindor apareció y dijo enojado: 
-“¿Qué diablos hacen tres niños de quinto grado a estas horas en la Sala Común? Vuelvan a sus camas ya! ¿Qué creen que hacen? ¡Están quebrantando leyes!”- con un tono refinado y  totalmente absurdo.

 Al otro día, Dudley se acercó a Harry para hablarle triunfante: 
-“Oye, es lindo este lugar no?” 
Harry lo miró con desprecio. De repente apareció Dumbledore para decirle a Dudley algo
-“Mira, tu no sabes nada sobre quinto grado, te rebajaremos a segundo, aquí está tu nuevo horario, bien, suerte, tengo cosas por hacer”. 
Dudley se quedó mudo, esa era la peor vergüenza. Harry se fue seguro y ganador y con una risa de vencedor. Jaja, segundo grado, pensó y rió por dentro. Obviamente, no esperó para decirles a Hermione y a Ron durante la clase de Runas Antiguas. Los dos rieron tanto, que la profesora los castigó después de clases del día próximo con cinco tareas extras. El día fue corto pero a su vez interesante, Dumbledore daría una noticia durante la cena.

 Todos bajaron y se acomodaron, comieron ansiosos y luego se pusieron a escuchar. Solo que Dumbledore no estaba en la cena. Dumbledore había desaparecido. Nadie sabía nada, ni siquiera McGonagall. Este sí que era un día con sorpresas y muchos misterios... Todo estuvo silencioso y quieto por una larga hora entera. Los profesores empezaban a incomodarse y los alumnos a preocuparse. Empezaban los murmullos y los comentarios, de repente McGonagall se paró y se fue corriendo del Salón. Todas las miradas fueron a la puerta. Parecía desesperada, luego la siguieron los demás profesores. Todos los alumnos se asomaron hacia un costado intentando ver algo. A la media hora volvieron silenciosos y llamaron a los prefectos para que llevaran a los chicos a sus respectivas casas y camas. Esa noche Harry no pudo dormir, estaba tan preocupado que tomó su capa y su mapa y fue a ver todos los extensos, aburridos y repetitivos pasillos de Hogwarts. A la hora, la dama refinada, conocida como “la gorda de las pecas” del séptimo pasillo de arriba, comenzó a chillar y a gritar que lo había visto por un pedazo de capa corrida. Harry bajó los escalones con tanta velocidad que casi tropieza dándose un gran moretón, pero con suerte llegó antes de que McGonagall se diera cuenta cuál de sus alumnos de casa faltaba. A la mañana siguiente, Harry se preparó para un común día de Botánica, Aritmancia, Astronomía y Transformaciones, entrenamiento de Quidditch y después de hora, el castigo de Ruinas Antiguas con Ron y Hermione (aunque el castigo no era común, de ves en cuando, Harry recibía alguno que otro castigo). Pero lo que él no sabía (Harry), es lo que ese aparentado día normal le preparaba,  Dumbledore no aparecería por un tiempo razonable y que muchas sorpresas y misterios le esperaban en esa poco típica semana de colegio que al principio parecía normal, solo que con su primo y la desaparición de Dumbledore, todo se había complicado.

  Continuará...

Autora: Bele_12 de Gryffindor.